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A partir de la tercera generación, sus descendientes podrán ser admitidos en la asamblea del Señor. (Deuteronomio 23, 9)
Si este último merece ser apaleado, el juez lo obligará a tenderse en el suelo y lo hará castigar en su presencia, con un número de golpes proporcionado a su culpa. (Deuteronomio 25, 2)
Si unos hombres se pelean, y la mujer de uno de ellos, para librar a su marido de los golpes del otro, extiende la mano y lo toma por las partes genitales, (Deuteronomio 25, 11)
Entonces dijo: Les ocultaré mi rostro, para ver en qué terminan. Porque son una generación perversa, hijos faltos de lealtad. (Deuteronomio 32, 20)
Moisés nos prescribió una Ley, que es la posesión de la asamblea de Jacob. (Deuteronomio 33, 4)
Los hombres le respondieron: "Nosotros responderemos por ustedes con nuestra vida, con tal que no nos delates. Cuando el Señor nos entregue este país, te trataremos con bondad y lealtad". (Josué 2, 14)
Josué no dejó de leer ni una sola de las palabras que había ordenado Moisés, y lo hizo en presencia de toda la asamblea de Israel, incluidas las mujeres, los niños y los extranjeros que estaban con ellos. (Josué 8, 35)
el rey de los Goím, en Galilea, y el rey de Tirsá. En total, fueron treinta y un reyes. (Josué 12, 24)
Estos son los territorios que los israelitas recibieron como herencia en el país de Canaán, o sea, los territorios que les asignaron el sacerdote Eleazar, Josué hijo de Nun, y los jefes de familia de las tribus de Israel. (Josué 14, 1)
Estas se presentaron al sacerdote Eleazar, a Josué hijo de Nun, y a los jefes, y les dijeron: "El Señor ordenó a Moisés que nos diera una herencia entre nuestros hermanos". Y conforme a la orden del Señor, se les dio una herencia entre los hermanos de su padre. (Josué 17, 4)
Además, Manasés tenía en Isacar y en Aser a Bet Seán, Ibleám y Dor, con sus respectivas ciudades dependientes; y a los habitantes de En Dor, de Taanac y de Meguido -las tres alturas- con sus respectivas ciudades dependientes. (Josué 17, 11)
Estas son las posesiones que el sacerdote Eleazar, Josué hijo de Nun y los jefes de familia de las tribus israelitas distribuyeron mediante un sorteo en Silo, en la presencia del Señor, a la entrada de la Carpa del Encuentro. Así se puso término a la repartición del país. (Josué 19, 51)