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  • ¿No es este mismo Ezequías el que ha quitado los santuarios altos y los altares y ha dicho a Judá y a Jerusalén: Ante un solo altar se postrarán y sobre él quemarán incienso? (2 Crónicas 32, 12)

  • Ellos me han abandonado y han quemado incienso a otros dioses, irritándome con todas las obras de sus manos, y por eso mi cólera se ha derramado sobre este lugar y no se apagará. (2 Crónicas 34, 25)

  • Si la gente del país trae en día sábado mercancías o cualquier otra clase de alimentos para vender, nada les compraremos en día sábado, ni en ningún otro día sagrado de fiesta. El año séptimo dejaremos sin cultivar nuestros campos y perdonaremos todo lo que se nos deba. (Nehemías 10, 32)

  • le había proporcionado a éste un departamento amplio, donde anteriormente se depositaban las ofrendas, el incienso, los utensilios, el diezmo del trigo, del vino y del aceite, es decir, lo que pertenecía a los levitas, a los cantores y porteros, y la contribución para los sacerdotes. (Nehemías 13, 5)

  • y mandé purificar los departamentos y volver a poner en ellos los utensilios de la Casa de Dios, las ofrendas y el incienso. (Nehemías 13, 9)

  • Judit se arrodilló con el rostro inclinado, puso ceniza sobre su cabeza y dejó ver el saco que tenía puesto. Era precisamente a la misma hora en que se ofrecía en la Casa de Dios de Jerusalén el incienso de la tarde. Y dirigió su voz al Señor, diciendo: (Judit 9, 1)

  • Entran luego las aguas en ebullición, el agua borbotea como carbones de incienso. (Job 41, 23)

  • adoren al Señor en el atrio sagrado, tiemblen ante él, pueblos de toda la tierra. (Salmos 96, 9)

  • "Tuyo es el principado desde el día de tu nacimiento; de mí en el monte sagrado tú has nacido; como nace el rocío de la aurora". (Salmos 110, 3)

  • ¡Suba a ti mi oración como el incienso, mis manos que a ti levanto sean como la ofrenda de la tarde! (Salmos 141, 2)

  • Ya no debían tener por sagrado el Santuario y sus ministros, (1 Macabeos 1, 46)

  • Quemaban incienso en las puertas de sus casas y en las plazas. (1 Macabeos 1, 55)


“Combata vigorosamente, se está interessado em obter o prêmio destinado às almas fortes.” São Padre Pio de Pietrelcina