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  • Miren al águila que se eleva y que da sus vueltas: ¡ha extendido sus alas sobre Bosra! Aquel día, el corazón de los valientes de Edom será como el corazón de una mujer que da a luz. (Jeremías 49, 22)

  • Sobre Damasco. Jamat y Arfad están preocupadas porque recibieron una mala noticia. Se les para el corazón de espanto y no pueden tranquilizarse. (Jeremías 49, 23)

  • Pero que no desfallezca su corazón ni se asuste por las noticias que circularán por el país, pues un año correrá un rumor, al año siguiente, otro; la violencia se impondrá en el país y un tirano derrocará a otro. (Jeremías 51, 46)

  • Mira, Yavé, que estoy en angustias, me hierven las entrañas. Dentro se me retuerce el corazón, porque he sido muy rebelde. Afuera la espada acaba con los hijos, y dentro de la ciudad, la muerte. (Lamentaciones 1, 20)

  • ¡Que toda su maldad llegue ante ti, y trátalos como me trataste a mí por todas mis rebeldías!, porque mis gemidos son muchos y languidece mi corazón. (Lamentaciones 1, 22)

  • En pie, clama en la noche, cuando comienza la ronda; derrama como agua tu corazón ante el rostro del Señor, alza tus manos hacia él por la vida de tus hijitos que desfallecen de hambre en la esquina de todas las calles. (Lamentaciones 2, 19)

  • Esto reflexiono en mi corazón, y por ello esperaré. (Lamentaciones 3, 21)

  • Alcemos nuestro corazón y nuestras manos al Dios que está en los cielos. (Lamentaciones 3, 41)

  • Por eso está podrido nuestro corazón y se nos nublan los ojos (Lamentaciones 5, 17)

  • y todos nos fuimos, según las inclinaciones de nuestro perverso corazón, a servir a otros dioses y a hacer lo que desagrada al Señor. (Baruc 1, 22)

  • y conocerán que yo soy el Señor su Dios. Les daré un corazón y unos oídos que escuchen (Baruc 2, 31)

  • Por eso pusiste en nuestros corazones tu temor para que invoquemos tu Nombre. Queremos alabarte en nuestro destierro, ya que hemos alejado de nuestro corazón toda la malicia de nuestros padres que pecaron delante de ti. (Baruc 3, 7)


“A oração é a efusão de nosso coração no de Deus.” São Padre Pio de Pietrelcina