II Crónicas, 22
2. Tenía cuarenta y dos años cuando empezó a reinar, y reinó un año en Jerusalén. Su madre, hija de Omrí, se llamaba Atalía.
2. Tenía cuarenta y dos años cuando empezó a reinar, y reinó un año en Jerusalén. Su madre, hija de Omrí, se llamaba Atalía.
2 Crónicas 22 informa el ascenso al trono de Judá del rey Acazias, hijo de Atalia, quien gobernó solo un año y siguió el mal ejemplo de su madre y el rey de Israel, Ahab. A continuación hay cinco versos relacionados con los temas cubiertos en este capítulo:
1 Reyes 16:30-33: "Y Ahab, hijo de Onri, hizo lo que era malvado a los ojos del Señor, más que todos los que estaban delante de él ... y Ahab hizo un pequeño post y, por lo tanto, a Ahab, hizo más a Provoca al Señor, Dios de Israel, la ira que todos los reyes de Israel que estaban antes que él ". Este versículo menciona al rey Ahab de Israel, a la que se hace referencia en 2 Crónicas 22:3 como ejemplo para ser seguido por Ahaziah.
1 Reyes 21:25: "No había nadie como Ahab, que se vendió para hacer el mal en los ojos del Señor, porque su esposa, Jezebel, lo incitó". Este versículo se refiere a la esposa de Ahab, Jezebel, quien también se menciona en 2 Crónicas 22:2 como madre de Ahaziah.
2 Kings 9:30-37: Este es un relato de la muerte de Jezebel, que se menciona en 2 Crónicas 22:2 como la madre de Ahazías. Aunque no está directamente relacionado con el reinado de Acaziah, es un ejemplo de cómo la maldad de Jezebel afectó a los que lo rodean.
Proverbios 22:8: "El que siembra iniquidad cosechará problemas, y la vara de su ira será destruida". Este versículo destaca la consecuencia de la maldad, que es un tema presente en el reinado de Acazias.
Isaías 1:4: "¡Ah, nación pecaminosa, personas cargadas de iniquidad, descenso de malhechores, niños que se corrompieron! Abandonaron al Señor, despreciaron al santo de Israel y lo rechazaron". Este versículo refleja la condición de Judá bajo el reinado de Acazias, quien se distanció del Señor y siguió el mal de su madre y el rey de Israel.
“O amor e o temor devem sempre andar juntos. O temor sem amor torna-se covardia. São Padre Pio de Pietrelcina
