1. Al año siguiente, al tiempo en que suelen salir los reyes de campaña, Joab, a la cabeza de un gran ejército, marchó contra la tierra de los amonitas y la devastó. Luego puso asedio a Rabá, mientras David estaba en Jerusalén. Joab se apoderó de Rabá y la destruyó.

2. David quitó de la cabeza de Milcón la corona de oro, que pesaba treinta y cuatro kilos; y la piedra preciosa que había en ella fue puesta en la corona de David. El botín que tomó en la ciudad fue inmenso.

3. Se llevó cautivos a sus habitantes y los puso a trabajar con sierras, picos y hachas. Lo mismo hizo con todas las ciudades amonitas. David y todo su ejército volvieron a Jerusalén.

4. Después de esto continuó la guerra en Guézer contra los filisteos. Fue entonces cuando Sibecay, el jusatita, mató a Sipay, un descendiente de los gigantes. Los filisteos quedaron sometidos.

5. Se reanudó la lucha con los filisteos, y Eljanán, hijo de Yaír, mató a Lajmí, hermano de Goliat de Gat, el cual llevaba una lanza cuya asta era como un enjullo de tejedor.

6. Se dio otra batalla en Gat, donde había un gigante que tenía veinticuatro dedos, seis en cada extremidad. También éste era descendiente de los gigantes.

7. Él desafió a Israel, y Jonatán, hijo de Simeá, hermano de David, lo mató.

8. Estos gigantes eran descendientes de los gigantes de Gat, y cayeron en manos de David y sus hombres.





“Onde não há obediência, não há virtude. Onde não há virtude, não há bem, não há amor; e onde não há amor, não há Deus; e sem Deus não se chega ao Paraíso. Tudo isso é como uma escada: se faltar um degrau, caímos”. São Padre Pio de Pietrelcina