Katholische Bibel
 

Ezequiel, 38

4. yo te haré volver, te pondré garfios en las quijadas; te haré salir con todo tu ejército, caballos y caballeros, todos bien equipados; huestes inmensas con adargas y escudos, todos diestros en el manejo de la espada.

Verse im Zusammenhang mit Ezequiel, 38:

Ezequiel 38 describe una invasión dirigida por Gog desde la tierra de Magog contra Israel. Los versos a continuación están relacionados con el tema del capítulo:

Apocalipsis 20:8: "Y engañarán a las naciones que están en las cuatro esquinas de la Tierra, Gog y Magog, cuyo número es como la arena del mar, para ayudarlos a luchar". Este versículo se refiere a Gog y Magog como un pacto de naciones engañadas por Satanás y que se unen a la batalla final contra Dios.

Joel 3:9-11: "Proclazca esto entre las naciones; prepara la guerra, levanta a los fuertes; ven, todos los hombres de guerra surgen. Fuerte. Reúnase y ven, todos los pueblos, y te congregan; para llevar a tu poderoso allí ". Este versículo habla de una invitación para que las naciones se preparen para la guerra y se unan contra Israel.

Ezequiel 39:6: "Y enviaré un fuego contra Magog, y entre los que habitan en las islas; y sabrán que yo soy el Señor". Este versículo habla de la intervención de Dios en la batalla contra Magog, mostrando que él es el Señor.

Zacarías 14:2: "Porque reuniré a todas las naciones en la batalla contra Jerusalén; y se tomará la ciudad, y las casas serán saqueadas, y las mujeres forzadas; y la mitad de la ciudad saldrá al cautiverio, pero El resto de la gente no será extirpado de la ciudad ". Este versículo habla de una invasión contra Jerusalén, que parece estar relacionado con el tema de Ezequiel 38.

Apocalipsis 16:14: "Porque son espíritus de demonios, que operan signos; que se encuentran con reyes de todo el mundo para congregarse a la batalla del gran día del Dios Todopoderoso". Este versículo describe los espíritus malignos que llaman a las naciones a la batalla final, que se asemeja a lo que se describe en Ezequiel 38.





“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina