18. Sade. ¡Clama, pues, al Señor, muralla de la hija de Sión; deja correr a torrentes tus lágrimas, durante día y noche; no te concedas tregua, no cese la niña de tu ojo!





“As almas! As almas! Se alguém soubesse o preço que custam”. São Padre Pio de Pietrelcina