Katholische Bibel
 

Jeremías, 48

34. De tanto gritar en Jesbón, hasta Elalé, hasta Yahas llegaron las voces desde Soar hasta Joronáyim, - Eglat Selisiyyá -, porque también las aguas de Nimrim se han trocado en aridez.

Verse im Zusammenhang mit Jeremías, 48:

Jeremías 48 describe la inminente destrucción de Moab por las manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, debido a su arrogancia y maldad contra Dios. Los versos seleccionados a continuación describen el juicio divino sobre Moab, la lamentación de su pueblo y la soberanía de Dios sobre todas las naciones.

Isaías 16:6 - "Hemos oído hablar del excelente Moab, su arrogancia y orgullo, su insolencia y su valiente vacío". Este versículo se refiere a la actitud arrogante de Moab, lo que llevó a su condena y castigo.

Salmo 60:8 - "Moab es mi cuenca de lavarme los pies; sobre Edom lanza mi sandalia; sobre filistia doy mi grito de victoria". Este versículo muestra cómo Dios controla a las naciones y las usa para realizar su voluntad.

Jeremías 48:31 - "Por eso lloraré por Moab, sí, gritaré por todo el Moab; para los hombres de los hombres, suspiraré". Este versículo retrata la lamentación y la tristeza de los habitantes de Moab antes de la inminente destrucción de su tierra.

Jeremías 48:42 - "Moab será destruido como una nación porque se burló del Señor". Este versículo reitera la razón del castigo de Moab y destaca la importancia de la obediencia a Dios.

Isaías 25:10 - "Porque la mano del Señor descansará sobre esta colina, y Moab se pondrá en marcha donde está, cómo la paja se introduce en el agua del estiércol". Este versículo describe la destrucción total de Moab y la victoria final de Dios sobre sus enemigos.





“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina