6. Entonces el rey tomó la palabra y dijo al hombre de Dios: "Aplaca, por favor, el rostro del Señor, tu Dios, y ruega por mí, para que pueda doblar mi brazo". El hombre de Dios aplacó el rostro del Señor, y el rey pudo doblar el brazo como antes.





“As almas! As almas! Se alguém soubesse o preço que custam”. São Padre Pio de Pietrelcina