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  • porque el homicida debe permanecer en su ciudad de refugio hasta la muerte del sumo sacerdote. Solamente después de la muerte del sumo sacerdote podrá volver a la tierra donde tiene su heredad. (Números 35, 28)

  • Solamente nos quedamos los ganados y el botín de las ciudades conquistadas. (Deuteronomio 2, 35)

  • Solamente te quedó sin conquistar la tierra de los amonitas, la región del torrente Yaboc, las ciudades de la montaña y todo lo que te había prohibido el Señor, nuestro Dios". (Deuteronomio 2, 37)

  • solamente vuestras mujeres, vuestros niños y vuestros ganados -ya sé que vuestros rebaños son numerosos- se quedarán en las ciudades que os he dado (Deuteronomio 3, 19)

  • Entonces el Señor os habló de en medio del fuego. Vosotros oíais el rumor de las palabras, pero no veíais figura alguna; solamente oíais una voz. (Deuteronomio 4, 12)

  • Solamente en el lugar elegido por el Señor, tu Dios, en una de las tribus, podrás ofrecer tus holocaustos y hacer allí todo lo que yo te ordeno. (Deuteronomio 12, 14)

  • Ten solamente buen cuidado de no comer la sangre, porque la sangre es la vida, y no debes comer la vida con la carne. (Deuteronomio 12, 23)

  • sino solamente en el lugar elegido por él para hacer habitar en él su nombre inmolarás la pascua; y lo harás al atardecer, al ponerse el sol, a la hora de tu salida de Egipto. (Deuteronomio 16, 6)

  • Solamente podrás destruir y talar los árboles que no dan fruto y servirte de ellos en el asedio contra las ciudades que están en guerra contigo hasta que caigan en tu poder. (Deuteronomio 20, 20)

  • Pero si fue en el campo donde el hombre la encontró, acostándose con ella, morirá solamente el hombre; (Deuteronomio 22, 25)

  • por eso verás solamente de lejos la tierra, pero no entrarás en ella, en esa tierra que yo doy a los israelitas". (Deuteronomio 32, 52)

  • Aquel que sea rebelde a tu voz y no obedezca tus órdenes en cualquier cosa que le mandes, morirá. Solamente una cosa: ¡Ten valor y firmeza!". (Josué 1, 18)


“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina