Gefunden 205 Ergebnisse für: resurrección de los muertos

  • ¿Harás, acaso, milagros por los muertos, se levantarán las sombras para alabarte?, (Salmos 88, 11)

  • Se hicieron luego esclavos de Baal Fegor, comieron los sacrificios de los muertos; (Salmos 106, 28)

  • No son los muertos los que alaban al Señor, ni ninguno de los que bajan al silencio; (Salmos 115, 17)

  • Mi boca dirá la alabanza del Señor, todos los muertos bendecirán su santo nombre por siempre jamás. (Salmos 145, 21)

  • sus objetos preciosos llevados como botín. Sus hijos muertos en las plazas, y sus jóvenes, pasados por la espada enemiga. (I Macabeos 2, 9)

  • Sonaron las trompetas, y Cendebeo y su ejército fueron vencidos; muchos cayeron muertos, y el resto huyó a la fortaleza. (I Macabeos 16, 8)

  • Ya a punto de morir, dijo: "Es preferible sucumbir a manos de hombres, teniendo en Dios la esperanza de ser resucitados de nuevo por él. Pero para ti no habrá resurrección para la vida". (II Macabeos 7, 14)

  • Pero, sobre todo, fue admirable la madre, y digna de gloriosa memoria. Ella, viendo muertos a sus siete hijos en el espacio de un día, lo llevaba todo con ánimo grande por la esperanza que tenía en el Señor. (II Macabeos 7, 20)

  • Al día siguiente, porque ya urgía, los hombres de Judas fueron a recoger los cuerpos de los muertos y darles sepultura con los suyos, en el sepulcro de sus padres. (II Macabeos 12, 39)

  • Bajo la túnica de cada uno de los muertos encontraron objetos consagrados a los ídolos de Yamnia, prohibidos por la ley a los judíos. Entonces todos comprendieron que habían muerto por esto. (II Macabeos 12, 40)

  • Hizo una colecta soldado por soldado y reunió hasta dos mil dracmas de plata, que envió a Jerusalén para que ofrecieran un sacrificio por el pecado: acción elevada y noble, inspirada en el pensamiento de la resurrección. (II Macabeos 12, 43)

  • Puesto que si él no hubiera esperado que aquellos muertos habían de resucitar, vano y superfluo hubiera sido orar por ellos. (II Macabeos 12, 44)


“A prática das bem-aventuranças não requer atos de heroísmo, mas a aceitação simples e humilde das várias provações pelas quais a pessoa passa.” São Padre Pio de Pietrelcina