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  • oró así: "Señor, Dios de nuestros padres, tú eres el Dios de los cielos, tú gobiernas los reinos de la tierra, tú tienes en tu mano la fuerza y el poder; nadie puede resistirte. (II Crónicas 20, 6)

  • Si van contigo, aunque tú des en el combate pruebas de fuerza, Dios te hará caer ante tus enemigos, porque en Dios está el poder de sostener y derribar". (II Crónicas 25, 8)

  • Sus técnicos construyeron en Jerusalén máquinas lanzaflechas y lanzapiedras, que puso en las torres y en los ángulos de las murallas. Con la ayuda milagrosa de Dios, su poder y su fama fueron muy grandes. (II Crónicas 26, 15)

  • ¿Desconocéis todo lo que yo y mis padres hemos hecho con todos los pueblos de la tierra? ¿Los dioses de todos esos pueblos pudieron librarlos de mi poder? (II Crónicas 32, 13)

  • ¿Qué dioses de esos pueblos destruidos por mis padres pudieron librar a su pueblo de mi poder? ¿Podría, por tanto, vuestro Dios libraros a vosotros de mi poder? (II Crónicas 32, 14)

  • Así que no os dejéis engañar por Ezequías ni os dejéis seducir de esta manera. No le creáis, porque si ningún dios de nación o reino alguno pudo salvar a su pueblo de mi poder y del poder de mis padres, mucho menos podrá libraros a vosotros vuestro Dios". (II Crónicas 32, 15)

  • Senaquerib escribió esta carta, en la que desafiaba al Señor, Dios de Israel: "De la misma manera que los dioses de los pueblos de la tierra no pudieron librarlos de mi poder, tampoco el Dios de Ezequías podrá librar a su pueblo de mi poder". (II Crónicas 32, 17)

  • El Señor libró a Ezequías y a los habitantes de Jerusalén del poder de Senaquerib, rey de Asiria, y de todos sus enemigos, dándoles paz en todas sus fronteras. (II Crónicas 32, 22)

  • Pues me había avergonzado de solicitar del rey tropa y gente de a caballo para protegernos de eventuales enemigos durante el viaje, después de haber hablado al rey en estos términos: "La mano de nuestro Dios se extiende para bendecir a todos los que lo buscan; su poder y su furor caen sobre todos los que lo abandonan". (Esdras 8, 22)

  • Pues bien, éstos son tus siervos y éste tu pueblo, a quienes tú has redimido con tu gran poder y tu fuerte brazo. (Nehemías 1, 10)

  • Sin embargo, los judíos comenzaron a decir: "¡Empiezan a flaquear las fuerzas de los cargadores; son demasiados los escombros y no vamos a poder concluir la muralla!". (Nehemías 4, 4)

  • Unos decían: "Tenemos que dar en prenda a nuestros hijos y nuestras hijas para obtener grano con que poder comer y vivir". (Nehemías 5, 2)


“Meu Deus, perdoa-me. Nunca Te ofereci nada na minha vida e, agora, por este pouco que estou sofrendo, em comparação a tudo o que Tu sofreste na Cruz, eu reclamo injustamente!” São Padre Pio de Pietrelcina