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Y me dijo: "¿Has visto, hijo de hombre, lo que hacen los ancianos de Israel en la oscuridad, cada uno en su estancia recargada de pinturas idolátricas, que están diciendo: El Señor no nos ve, el Señor ha abandonado el país?". (Ezequiel 8, 12)
Yo lo hice todo como me había sido ordenado. Preparé mi equipaje de emigrante en pleno día; por la tarde hice un agujero en el muro con las manos y salí en la oscuridad con el equipaje a mis espaldas ante su vista. (Ezequiel 12, 7)
Hasta el rey, que se sienta en medio de ellos, se cargará el equipaje a las espaldas, saldrá en la oscuridad de la noche por una brecha que abrirán en el muro para sacarlo fuera y se tapará la cara para no ver su país con sus propios ojos. (Ezequiel 12, 12)
¡Día de oscuridad y de tiniebla, día de nubes y de niebla espesa! Como de monte en monte va la aurora; avanza un pueblo numeroso y fuerte, como jamás ha existido y como no habrá más en los años lejanos. (Joel 2, 2)
¿No es tiniebla el día del Señor y no luz; oscuridad en la cual no hay resplandor? (Amós 5, 20)
Día de ira será el día aquel, día de tribulación y de angustia, día de calamidad y de miseria, día de tinieblas y de oscuridad, día de nubes y espesos nubarrones, (Sofonías 1, 15)
pero si están enfermos, todo tu cuerpo estará oscuro. Y si la luz que hay en ti está apagada, ¡cuánta será la oscuridad!" (Mateo 6, 23)
Lo que os digo en la oscuridad decidlo a plena luz, y lo que oís al oído predicadlo sobre las terrazas. (Mateo 10, 27)
Pues ahora la mano del Señor está sobre ti; te vas a quedar ciego sin ver el sol por cierto tiempo". Y en el mismo instante quedó sumergido en la oscuridad y en las tinieblas; y, dando vueltas, buscaba quien lo llevara de la mano. (Hechos 13, 11)
porque, conociendo a Dios, no lo glorificaron ni le dieron gracias; por el contrario, su mente se dedicó a razonamientos vanos y su insensato corazón se llenó de oscuridad. (Romanos 1, 21)
Hermanos, vosotros no vivís en la oscuridad para que ese día pueda sorprenderos, como el ladrón. (I Tesalonicenses 5, 4)
Porque no os habéis acercado a una montaña que se pueda tocar con la mano, como los israelitas. No os habéis enfrentado al fuego ardiente, al torbellino, a la oscuridad densa, a la tempestad, (Hebreos 12, 18)