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Que invoquen ellos el nombre de sus dioses y yo invocaré el nombre del Señor. El dios que responda enviando fuego, ése será el verdadero Dios". El pueblo respondió: "¡Está muy bien!". (I Reyes 18, 24)
Cuando Ajab oyó aquellas palabras, rasgó sus vestiduras, se vistió de saco y ayunó. Se acostaba con el cilicio y andaba muy afligido. (I Reyes 21, 27)
Llegó adonde estaba el hombre de Dios en el monte, y se abrazó a sus pies. Guejazí fue a separarla, pero el hombre de Dios dijo: "Déjala, porque está muy apenada; pero el Señor me lo ha tenido oculto y nada me ha manifestado". (II Reyes 4, 27)
¿No son acaso el Abana y el Farfar, los ríos de Damasco, mejores que todas las aguas de Israel? ¿No me podría bañar en ellos y quedar limpio?". Dio media vuelta y se fue muy indignado. (II Reyes 5, 12)
El asedio fue tan largo que se originó un hambre muy grande, hasta el punto de que una cabeza de asno llegó a costar ochenta monedas de plata, y un cuarto de puerros, cinco monedas de plata. (II Reyes 6, 25)
Quenanías, jefe de los levitas encargados de llevar el arca, dirigía el cortejo, pues era muy experto; (I Crónicas 15, 22)
Hijos de Eliezer: Rejabías, el jefe. Eliezer no tuvo más hijos, pero los hijos de Rejabías fueron muy numerosos. (I Crónicas 23, 17)
Hizo también una pila muy grande de bronce, redonda, de cinco metros de diámetro, dos y medio de alto y quince de perímetro. (II Crónicas 4, 2)
"Tu padre nos ha puesto un yugo muy pesado; alivia tú la dura servidumbre de tu padre y el pesado yugo que puso sobre nosotros, y te serviremos". (II Crónicas 10, 4)
y les habló de esta manera: "Mi padre os puso un yugo muy pesado, yo lo haré más pesado todavía; mi padre os castigó con azotes, yo os castigaré con latigazos". (II Crónicas 10, 14)
Sus técnicos construyeron en Jerusalén máquinas lanzaflechas y lanzapiedras, que puso en las torres y en los ángulos de las murallas. Con la ayuda milagrosa de Dios, su poder y su fama fueron muy grandes. (II Crónicas 26, 15)
El rey Ezequías se levantó muy de mañana, reunió a los jefes de la ciudad y fue al templo. (II Crónicas 29, 20)