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  • Porque dentro de poco, muy poco tiempo, el que ha de venir llegará sin retrasos. (Hebreos 10, 37)

  • La fe es la garantía de las cosas que se esperan, la prueba de aquellas que no se ven. (Hebreos 11, 1)

  • que nadie sea lujurioso ni desprecie la religión, como Esaú, quien, por una comida, vendió sus derechos de primogénito. (Hebreos 12, 16)

  • Tenemos un altar del cual no tienen derecho a comer los que sirven en el tabernáculo. (Hebreos 13, 10)

  • Pero nadie ha podido domar nunca la lengua: es un azote irrefrenable, llena de veneno mortífero. (Santiago 3, 8)

  • Y vosotros, los ricos, llorad con fuertes gemidos por las desventuras que van a sobreveniros. (Santiago 5, 1)

  • Tened paciencia, hermanos, hasta la venida del Señor. Ved cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando pacientemente hasta que caigan las lluvias tempranas y las tardías. (Santiago 5, 7)

  • Aguardad también vosotros pacientemente; fortaleced vuestros ánimos, porque la venida del Señor está próxima. (Santiago 5, 8)

  • los que en un tiempo no erais pueblo de Dios, ahora habéis venido a ser pueblo suyo; habéis conseguido misericordia los que en otro tiempo estabais excluidos de ella. (I Pedro 2, 10)

  • Comportaos ejemplarmente en medio de los paganos, para que lo mismo que os calumnian como malhechores, al ver vuestras buenas obras glorifiquen a Dios el día que venga a visitarlos. (I Pedro 2, 12)

  • De igual manera vosotros, jóvenes, vivid sumisos a los ancianos. Revestíos todos mutuamente de humildad, como servidores unos de los otros; porque Dios se enfrenta a los soberbios, pero da su gracia a los humildes. (I Pedro 5, 5)

  • Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo basados en fábulas hábilmente imaginadas, sino como testigos oculares de su majestad. (II Pedro 1, 16)


“O Senhor nos dá tantas graças e nós pensamos que tocamos o céu com um dedo. Não sabemos, no entanto, que para crescer precisamos de pão duro, das cruzes, das humilhações, das provações e das contradições.” São Padre Pio de Pietrelcina