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Levantad el campamento y dirigíos a la montaña de los amorreos y a todas sus regiones vecinas: la Arabá, la montaña, la Sefela, el Negueb, el litoral, la tierra de los cananeos, el Líbano, hasta el río grande, el Éufrates. (Deuteronomio 1, 7)
Cuando llegaron a las regiones del Jordán, todavía en tierra cananea, levantaron allí un altar junto al Jordán, un altar de gran apariencia. (Josué 22, 10)
Vivían en Galaad, en Basán y regiones adyacentes y en los pastizales del Sarón hasta sus últimos confines. (I Crónicas 5, 16)
y el resto de la población que el grande e ilustre Asurbanipal deportó y estableció en las ciudades de Samaría y en las otras regiones de allende el río...". (Esdras 4, 10)
Nabucodonosor, rey de Asiria, envió emisarios a todos los habitantes de Persia y a todos los de las regiones occidentales, a los de Cilicia, Damasco, Líbano y Antilíbano, a todos los del litoral, (Judit 1, 7)
Pero los habitantes de todas estas regiones despreciaron el llamamiento de Nabucodonosor, rey de Asiria, y no fueron con él a la guerra, porque no le temían; lo consideraban como un hombre cualquiera. Despidieron a sus emisarios con las manos vacías y llenos de vergüenza. (Judit 1, 11)
Entonces Nabucodonosor se llenó de ira contra todas estas regiones y juró por su trono y por su imperio vengarse con su espada de las regiones de Cilicia, de Damasco y de Siria, así como de todos los habitantes de Moab, Amón, Judea y Egipto hasta los límites de los dos mares. (Judit 1, 12)
Convocó a los ministros y a los nobles, y tuvo con ellos un consejo secreto. Él mismo expuso todos los planes contra las regiones. (Judit 2, 2)
Ante tus prodigios tiemblan todos los habitantes de la tierra, tú llenas de alegría las regiones de oriente y occidente. (Salmos 65, 9)
Cuando el rey volvió de las regiones de Cilicia, se presentó ante él una comisión de judíos y de griegos, que aborrecían el crimen, para protestar por la muerte de Onías. (II Macabeos 4, 36)
Yo, encontrándome enfermo, me acuerdo, agradecido, de vuestros honores y benevolencia. Volviendo de las regiones de Persia y habiendo contraído una enfermedad, me ha parecido necesario proveer a la seguridad común de todos. (II Macabeos 9, 21)
y también, teniendo presente que los reyes limítrofes y príncipes vecinos están expiando la ocasión y esperando el momento oportuno, he designado rey a mi hijo Antíoco, a quien ya os había presentado y recomendado muchísimo cuando tenía que ir a las regiones del norte. A él le he escrito la carta que va a continuación. (II Macabeos 9, 25)