Gefunden 12 Ergebnisse für: Magdalena

  • Entre ellas estaba María Magdalena, María la madre de Santiago y José, y la madre de los hijos de Zebedeo. (Mateo 27, 56)

  • Estaban allí María Magdalena y la otra María, sentadas frente al sepulcro. (Mateo 27, 61)

  • Pasado el sábado, al rayar el alba, el primer día de la semana, fueron María Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. (Mateo 28, 1)

  • Había también unas mujeres mirando desde lejos. Entre ellas María Magdalena, María la madre de Santiago el menor y de José, y Salomé, (Marcos 15, 40)

  • María Magdalena y María la madre de José estuvieron mirando dónde lo ponían. (Marcos 15, 47)

  • Pasado el sábado, María Magdalena, María la madre de Santiago y Salomé compraron perfumes para ir a embalsamarlo. (Marcos 16, 1)

  • Jesús resucitó al amanecer del primer día de la semana, y se apareció primero a María Magdalena, de la que había lanzado siete demonios. (Marcos 16, 9)

  • y algunas mujeres que había curado de espíritus malignos y enfermedades; María Magdalena, de la que había echado siete demonios; (Lucas 8, 2)

  • Eran María Magdalena, Juana y María la de Santiago y las demás que estaban con ellas las que decían estas cosas a los apóstoles. (Lucas 24, 10)

  • Estaban en pie junto a la cruz de Jesús su madre, María de Cleofás, hermana de su madre, y María Magdalena. (Juan 19, 25)

  • El primer día de la semana, al rayar el alba, antes de salir el sol, María Magdalena fue al sepulcro y vio la piedra quitada. (Juan 20, 1)

  • María Magdalena fue a decir a los discípulos que había visto al Señor y a anunciarles lo que él le había dicho. (Juan 20, 18)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina