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Expulsó al hombre, y puso delante del jardín de Edén los querubines y la llama de la espada flameante para guardar el camino del árbol de la vida. (Génesis 3, 24)
Si riñen dos hombres y uno hiere al otro con una piedra o con el puño, y éste no muere pero debe guardar cama, (Exodo 21, 18)
Al mismo tiempo me ordenó a mí que os enseñase las leyes y mandamientos que debíais guardar en la tierra que ibais a tomar en posesión". (Deuteronomio 4, 14)
Acuérdate de que tú fuiste siervo también en Egipto y de que el Señor, tu Dios, te sacó de allí con mano fuerte y brazo poderoso. Por eso el Señor, tu Dios, te manda guardar el sábado. (Deuteronomio 5, 15)
Ésta será nuestra justicia: guardar y poner en práctica íntegramente estos mandamientos en presencia del Señor, nuestro Dios, como él nos lo ha ordenado. (Deuteronomio 6, 25)
Hoy has comprometido al Señor para que sea tu Dios, a condición de seguir sus caminos, guardar sus mandamientos, leyes y preceptos y obedecer su voz. (Deuteronomio 26, 17)
y salió el rey y toda su casa detrás de él; pero el rey dejó diez concubinas para guardar la casa, (II Samuel 15, 16)
Ajitófel respondió a Absalón: "Acuéstate con las concubinas de tu padre que él dejó para guardar el palacio; así sabrá todo Israel que te has hecho odioso a tu padre y se fortalecerán las manos de todos los que te siguen". (II Samuel 16, 21)
David entró en su palacio, en Jerusalén. Y el rey tomó a las diez concubinas que había dejado para guardar el palacio y las puso bajo su guardia. Él proveyó a su sustento, pero no volvió a tener relaciones con ellas, y estuvieron encerradas, como viudas, hasta el día de su muerte. (II Samuel 20, 3)
Luego, de pie en el estrado, selló ante la presencia del Señor el pacto de seguir al Señor, guardar sus mandatos, sus instrucciones y sus leyes con todo el corazón y con toda el alma, y de cumplir las cláusulas de la alianza escritas en aquel libro. Y todo el pueblo ratificó la alianza. (II Reyes 23, 3)
Y luego, de pie en el estrado, selló ante la presencia del Señor el pacto de seguir al Señor, de guardar sus mandatos, sus instrucciones y sus leyes con todo el corazón y con toda el alma y de cumplir las cláusulas de la alianza escritas en aquel libro. (II Crónicas 34, 31)
En aquel tiempo se nombraron intendentes de los almacenes destinados a guardar las provisiones, las ofrendas, las primicias y los diezmos, para que recogiesen de ellas, del territorio de las diversas ciudades, las porciones legales correspondientes a los sacerdotes y levitas, pues los de Judá estaban contentos con los sacerdotes y levitas en funciones. (Nehemías 12, 44)