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  • Sea tu nombre por siempre engrandecido; que se diga: Yahveh Sebaot es Dios de Israel; y que la casa de tu siervo David subsista en tu presencia, (II Samuel 7, 26)

  • dígnate, pues, bendecir la casa de tu siervo para que permanezca por siempre en tu presencia, pues tú mi Señor Yahveh, has hablado y con tu bendición la casa de tu siervo será eternamente bendita.» (II Samuel 7, 29)

  • y envió a su hijo Hadoram al rey David para saludarle y felicitarle por haber atacado y vencido a Hadadézer, ya que Tou estaba siempre en guerra con Hadadézer. Traía Hadoram vasos de plata, oro y bronce. (II Samuel 8, 10)

  • David le dijo: «No temas, quiero favorecerte por amor de Jonatán, tu padre. Haré que te devuelvan todos los campos de tu padre Saúl, y tú comerás siempre a mi mesa.» (II Samuel 9, 7)

  • Cultivarás para él la tierra tú, tus hijos y tus siervos, y se lo llevarás a la familia de tu señor para que pueda comer. Meribbaal, el hijo de tu señor, comerá siempre a mi mesa.» Tenía Sibá quince hijos y veinte siervos. (II Samuel 9, 10)

  • Pero Meribbaal vivía en Jerusalén porque comía siempre a la mesa del rey. Estaba tullido de pies. (II Samuel 9, 13)

  • El hace grandes las victorias de su rey y muestra su amor a su ungido, a David y su linaje para siempre. (II Samuel 22, 51)

  • Se arrodilló Betsabé rostro en tierra, se postró ante el rey y dijo: «Viva por siempre mi señor el rey David.» (I Reyes 1, 31)

  • Que su sangre caiga sobre la cabeza de Joab y de su descendencia para siempre, y que David y su descendencia, su casa y su trono tengan paz para siempre de parte de Yahveh.» (I Reyes 2, 33)

  • mientras el rey Salomón será bendito y el trono de David permanecerá ante Yahveh para siempre.» (I Reyes 2, 45)

  • Jiram, rey de Tiro, envió sus servidores a Salomón, porque oyó que había sido ungido rey en lugar de su padre, y Jiram fue siempre amigo de David. (I Reyes 5, 15)

  • He querido erigirte una morada un lugar donde habites para siempre.» (I Reyes 8, 13)


“Quanto maiores forem os dons, maior deve ser sua humildade, lembrando de que tudo lhe foi dado como empréstimo.” São Padre Pio de Pietrelcina