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¿Tienes hijas? Cuídate de ellas, y no pongas ante ellas cara muy risueña. (Eclesiástico 7, 24)
Muchos poderosos fueron muy deshonrados, y hombres ilustres entregados a otras manos. (Eclesiástico 11, 6)
No te presentes por ti mismo, no sea que te rechace, ni te quedes muy lejos, para no pasar inadvertido. (Eclesiástico 13, 10)
Acampa muy cerca de su casa, y clava la clavija en sus muros. (Eclesiástico 14, 24)
Hombre muy jurador, lleno está de iniquidad, y no se apartará de su casa el látigo. Si se descuida, su pecado cae sobre él, si pasa por alto el juramento, doble es su pecado; y si jura en falso, no será justificado, que su casa se llenará de adversidades. (Eclesiástico 23, 11)
Yahveh, tú eres mi Dios, yo te ensalzo, alabo tu nombre, porque has hecho maravillas y planes muy de antemano que no fallan. (Isaías 25, 1)
Ni las oíste ni las hiciste ni de antemano te fue abierto el oído, pues sé muy bien que tú eres pérfido y se te llama rebelde desde el seno materno. (Isaías 48, 8)
Te has acercado con aceite para Mélek, multiplicaste tus aromas. Enviaste a tus emisarios muy lejos, y los hiciste bajar hasta el seol. (Isaías 57, 9)
He aquí que yo traigo sobre vosotros, una nación de muy lejos, ¡oh casa de Israel! - oráculo de Yahveh -; una nación que no mengua, nación antiquísima aquélla, nación cuya lengua ignoras y no entiendes los que habla; (Jeremías 5, 15)
Un cesto era de higos muy buenos, como los primerizos, y el otro de higos malos, tan malos que no se podían comer. (Jeremías 24, 2)
Y me dijo Yahveh: «¿Qué estás viendo Jeremías?» Dije: «Higos. Los higos buenos son muy buenos; y los higos malos, muy malos, que no se dejan comer de puro malos.» (Jeremías 24, 3)
Hemos oído la arrogancia de Moab: ¡es muy arrogante!, su orgullo, su arrogancia, su altanería y la soberbia de su corazón. (Jeremías 48, 29)