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«Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, "Aquel que es y que era" porque has asumido tu inmenso poder para establecer tu reinado. (Apocalipsis 11, 17)
Entonces se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus Angeles combatieron con el Dragón. También el Dragón y sus Angeles combatieron, (Apocalipsis 12, 7)
Entonces el Dragón vomitó de sus fauces como un río de agua, detrás de la Mujer, para arrastrarla con su corriente. (Apocalipsis 12, 15)
Pero la tierra vino en auxilio de la Mujer: abrió la tierra su boca y tragó el río vomitado de las fauces del Dragón. (Apocalipsis 12, 16)
Entonces despechado contra la Mujer, se fue a hacer la guerra al resto de sus hijos, los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús. (Apocalipsis 12, 17)
Le fue dada una boca que profería grandezas y blasfemias, y se le dio poder de actuar durante 42 meses; (Apocalipsis 13, 5)
Se le concedió infundir el aliento a la imagen de la Bestia, de suerte que pudiera incluso hablar la imagen de la Bestia y hacer que fueran exterminados cuantos no adoraran la imagen de la Bestia. (Apocalipsis 13, 15)
Seguí mirando, y había un Cordero, que estaba en pie sobre el monte Sión, y con él 144.000, que llevaban escrito en la frente el nombre del Cordero y el nombre de su Padre. (Apocalipsis 14, 1)
Estos son los que no se mancharon con mujeres, pues son vírgenes. Estos siguen al Cordero a dondequiera que vaya, y han sido rescatados de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero, (Apocalipsis 14, 4)
Aquí se requiere la paciencia de los santos, de los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. (Apocalipsis 14, 12)
Luego salió del Santuario otro Angel gritando con fuerte voz al que estaba sentado en la nube: «Mete tu hoz y siega, porque ha llegado la hora de segar; la mies de la tierra está madura.» (Apocalipsis 14, 15)
Y salió del altar otro Angel, el que tiene poder sobre el fuego, y gritó con fuerte voz al que tenía la hoz afilada: «Mete tu hoz afilada y vendimia los racimos de la viña de la tierra, porque están en sazón sus uvas.» (Apocalipsis 14, 18)