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  • «Que tus ojos estén abiertos a las súplicas de tu siervo y a la súplica de tu pueblo Israel, para escuchar todos sus clamores hacia ti. (I Reyes 8, 52)

  • ¡Que tus ojos estén abiertos día y noche sobre esta Casa, sobre este lugar del que dijiste que pondrías en él tu Nombre para escuchar la oración que dirige tu siervo hacia este lugar! (II Crónicas 6, 20)

  • «Cuando los cielos estén cerrados y no haya lluvia porque pecaron contra ti, si oran en este lugar y alaban tu nombre, y se convierten de su pecado porque les humillaste, (II Crónicas 6, 26)

  • «Que tus ojos, Dios mío, estén abiertos, y tus oídos atentos a la oración que se haga en este lugar. (II Crónicas 6, 40)

  • Nadie podrá entrar en la Casa de Yahveh fuera de los sacerdotes y los levitas que estén de servicio; éstos podrán entrar por estar consagrados, pero todo el pueblo tiene que guardar el precepto de Yahveh. (II Crónicas 23, 6)

  • estén atentos tus oídos y abiertos tus ojos para escuchar la oración de tu siervo, que yo hago ahora en tu presencia día y noche, por los hijos de Israel, tus siervos, confesando los pecados que los hijos de Israel hemos cometido contra ti; ¡yo mismo y la casa de mi padre hemos pecado! (Nehemías 1, 6)

  • ¡Ea, Señor, estén atentos tus oídos a la oración de tu siervo, a la oración de tus servidores, que desean venerar tu Nombre! Concede ahora, te suplico, gracia a tu siervo y haz que encuentre favor ante ese hombre.» Era yo entonces copero del rey. (Nehemías 1, 11)

  • ¡Estén sus hijos lejos de toda salvación, sin defensor hollados en la Puerta! (Job 5, 4)

  • estén ante Yahveh constantemente, y él cercene de la tierra su memoria!» (Salmos 109, 15)

  • Pedid la paz para Jerusalén: ¡en calma estén tus tiendas, (Salmos 122, 6)

  • ¡Señor, escucha mi clamor! ¡Estén atentos tus oídos a la voz de mis súplicas! (Salmos 130, 2)

  • Sean muchos los que estén en paz contigo, mas para consejero, uno entre mil. (Eclesiástico 6, 6)


“Nossa Senhora recebeu pela inefável bondade de Jesus a força de suportar até o fim as provações do seu amor. Que você também possa encontrar a força de perseverar com o Senhor até o Calvário!” São Padre Pio de Pietrelcina