Gefunden 60 Ergebnisse für: esclavos liberados

  • sabiendo que nuestro hombre viejo fue crucificado con él, a fin de que fuera destruido este cuerpo de pecado y cesáramos de ser esclavos del pecado. (Romanos 6, 6)

  • ¿No sabéis que al ofreceros a alguno como esclavos para obedecerle, os hacéis esclavos de aquel a quien obedecéis: bien del pecado, para la muerte, bien de obediencia, para la justicia? (Romanos 6, 16)

  • Pero gracias a Dios, vosotros, que erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquel modelo de doctrina al que fuisteis entregados, (Romanos 6, 17)

  • y liberados del pecado, os habéis hecho esclavos de la justicia. - (Romanos 6, 18)

  • Hablo en términos humanos, en atención a vuestra flaqueza natural -. Pues si en otros tiempos ofrecisteis vuestros miembros como esclavos a la impureza y al desorden hasta desordenaros, ofrecedlos igualmente ahora a la justicia para la santidad. (Romanos 6, 19)

  • Pues cuando erais esclavos del pecado, erais libres respecto de la justicia. (Romanos 6, 20)

  • Pero al presente, libres del pecado y esclavos de Dios, fructificáis para la santidad; y el fin, la vida eterna. (Romanos 6, 22)

  • Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre! (Romanos 8, 15)

  • ¡Habéis sido bien comprados! No os hagáis esclavos de los hombres. (I Corintios 7, 23)

  • Porque en un solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no formar más que un cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. (I Corintios 12, 13)

  • De igual manera, también nosotros, cuando éramos menores de edad, vivíamos como esclavos bajo los elementos del mundo. (Gálatas 4, 3)

  • Hay en ello una alegoría: estas mujeres representan dos alianzas; la primera, la del monte Sinaí, madre de los esclavos, es Agar, (Gálatas 4, 24)


“Não abandone sua alma à tentação, diz o Espírito Santo, já que a alegria do coração é a vida da alma e uma fonte inexaurível de santidade.” São Padre Pio de Pietrelcina