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puesto el sol, quedará limpio y podrá luego comer de las cosas sagradas, pues son su alimento. (Levítico 22, 7)
Ningún laico comerá de las cosas sagradas; ningún huésped del sacerdote ni jornalero suyo comerá de las cosas sagradas. (Levítico 22, 10)
Pero si un sacerdote con su dinero compra una persona, ésta podrá comer de las cosas sagradas; y también el siervo nacido en la casa: ambos pueden comer del pan del sacerdote. (Levítico 22, 11)
La hija de un sacerdote, casada con un laico, no podrá comer de la ofrenda reservada de las cosas sagradas. (Levítico 22, 12)
No profanen, pues, las cosas sagradas de los israelitas, reservadas para Yahveh, (Levítico 22, 15)
No se escogerá entre animal bueno o malo, ni se le puede sustituir; y si se hace cambio, tanto el animal permutado como su sustituto serán cosas sagradas; no podrán ser rescatados. (Levítico 27, 33)
Este será el servicio de los hijos de Quehat en la Tienda del Encuentro: el de las cosas sacratísimas. (Números 4, 4)
Después que Aarón y sus hijos hayan terminado de envolver las cosas sagradas con todos sus utensilios, al ponerse en marcha el campamento, llegarán los hijos de Quehat para transportarlas; pero que no toquen lo sagrado pues morirían. Esta es la carga de los hijos de Quehat en la Tienda del Encuentro. (Números 4, 15)
Pero Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, estará al cuidado del aceite del alumbrado, del incienso aromático, de la oblación perpetua y del óleo de la unción; al cuidado de toda la Morada y de cuanto hay en ella, sean cosas sagradas o sus utensilios.» (Números 4, 16)
Haced con ellos de esta manera, para que vivan y no mueran al acercarse a las cosas sacratísimas: Aarón y sus hijos irán y pondrán a cada uno en su servicio y junto a su carga. (Números 4, 19)
Y no entrarán, ni por un instante, a ver las cosas sagradas; de lo contrario morirían.» (Números 4, 20)
Esto es lo que será tuyo de las cosas sacratísimas, del manjar que se abrasa: todas las ofrendas que me restituyan los israelitas, como oblación, como sacrificio por el pecado, o como sacrificio de reparación, son sacratísimas: serán para ti y para tus hijos. (Números 18, 9)