Gefunden 475 Ergebnisse für: Reino de Sihón

  • Tenía dieciséis años cuando comenzó a reinar y reinó 52 años en Jerusalén; el nombre de su madre era Yekolía de Jerusalén. (II Reyes 15, 2)

  • Se acostó Ozías con sus padres y le sepultaron con sus padres en la Ciudad de David. Reinó en su lugar su hijo Jotam. (II Reyes 15, 7)

  • En el año 38 de Ozías, rey de Judá, comenzó a reinar Zacarías, hijo de Jeroboam, sobre Israel, en Samaría; reinó seis meses. (II Reyes 15, 8)

  • Sallum, hijo de Yabés, conspiró contra él, le hirió en Yibleam, le mató, y reinó en su lugar. (II Reyes 15, 10)

  • Sallum, hijo de Yabés, comenzó a reinar el año 39 de Ozías, rey de Judá, y reinó un mes en Samaría. (II Reyes 15, 13)

  • Menajem, hijo de Gadí, subió de Tirsá, entró en Samaría e hirió a Sallum, hijo de Yabés, en Samaría; le mató y reinó en su lugar. (II Reyes 15, 14)

  • En el año 39 de Ozías, rey de Judá, comenzó a reinar Menajem, hijo de Gadí, en Israel. Reinó diez años en Samaría. (II Reyes 15, 17)

  • Pul, rey de Asiria, vino contra el país. Menajem dio a Pul mil talentos de plata para que le ayudara a él y afianzara el reino en su mano. (II Reyes 15, 19)

  • Menajem se acostó con sus padres, y reinó en su lugar su hijo Pecajías. (II Reyes 15, 22)

  • En el año cincuenta de Ozías, rey de Judá, comenzó a reinar Pecajías, hijo de Menajem, sobre Israel, en Samaría. Reinó dos años. (II Reyes 15, 23)

  • Su escudero Pecaj, hijo de Remalías, se conjuró contra él y le hirió en Samaría, en el torreón de la casa del rey... Había con él cincuenta hombres de los hijos de Galaad. Hizo morir al rey y reinó en su lugar. (II Reyes 15, 25)

  • En el año 52 de Ozías, rey de Judá, comenzó a reinar Pecaj, hijo de Remalías, sobre Israel, en Samaría. Reinó veinte años. (II Reyes 15, 27)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina