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  • "Así diréis a José: Por favor, perdona el crimen de tus hermanos y su pecado." Cierto que te hicieron daño, pero ahora tú perdona el crimen de los siervos del Dios de tu padre.» Y José lloró mientras le hablaban. (Génesis 50, 17)

  • Por último, José dijo a sus hermanos: «Yo muero, pero Dios se ocupará sin falta de vosotros y os hará subir de este país al país que juró a Abraham, a Isaac y a Jacob.» (Génesis 50, 24)

  • pero los israelitas fueron fecundos y se multiplicaron; llegaron a ser muy numerosos y fuertes y llenaron el país. (Exodo 1, 7)

  • Pero cuanto más les oprimían, tanto más crecían y se multiplicaban, de modo que los egipcios llegaron a temer a los israelitas. (Exodo 1, 12)

  • Pero las parteras temían a Dios, y no hicieron lo que les había mandado el rey de Egipto, sino que dejaban con vida a los niños. (Exodo 1, 17)

  • Entonces Faraón dio a todo su pueblo esta orden: «Todo niño que nazca lo echaréis al Río; pero a las niñas las dejaréis con vida.» (Exodo 1, 22)

  • Pero no pudiendo ocultarlo ya por más tiempo, tomó una cestilla de papiro, la calafateó con betún y pez, metió en ella al niño, y la puso entre los juncos, a la orilla del Río. (Exodo 2, 3)

  • Supo Faraón lo sucedido y buscaba a Moisés para matarle; pero él huyó de la presencia de Faraón, y se fue a vivir al país de Madián. Se sentó junto a un pozo. (Exodo 2, 15)

  • Pero vinieron los pastores y las echaron. Entonces, levantándose Moisés, salió en su defensa y les abrevó el rebaño. (Exodo 2, 17)

  • El ángel de Yahveh se le apareció en forma de llama de fuego, en medio de una zarza. Vio que la zarza estaba ardiendo, pero que la zarza no se consumía. (Exodo 3, 2)

  • Pero yo extenderé mi mano y heriré a Egipto con toda suerte de prodigios que obraré en medio de ellos y después os dejará salir.» (Exodo 3, 20)

  • Yo te he dicho: "Deja ir a mi hijo para que me dé culto," pero como tú no quieres dejarle partir, mira que yo voy a matar a tu hijo, a tu primogénito.» (Exodo 4, 23)


“Se precisamos ter paciência para suportar os defeitos dos outros, quanto mais ainda precisamos para tolerar nossos próprios defeitos!” São Padre Pio de Pietrelcina