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  • Amán dijo al rey Asuero: «Hay un pueblo disperso y diseminado entre los pueblos de todas las provincias de tu reino, con sus leyes, distintas de las de todos los pueblos, y que no cumplen las leyes reales. No conviene al rey dejarlos en paz. (Ester 3, 8)

  • porque en tales días obtuvieron los judíos paz contra sus enemigos, y en este mes la aflicción se trocó en alegría y el llanto en festividad; que los convirtieran en días de alegres festines y mutuos regalos, y de donaciones a los pobres. (Ester 9, 22)

  • y se enviaron cartas a todos los judíos de las 127 provincias del rey Asuero, con palabras de paz y fidelidad, (Ester 9, 30)

  • Pues el judío mardoqueo era el segundo después del rey, persona importante entre los judíos, amado por la multitud de sus hermanos, preocupado por el bien de su pueblo y procurador de la paz de su raza. (Ester 10, 3)

  • «Puesto al frente de muchos pueblos, y siendo señor de toda la tierra, he procurado no dejarme arrastrar por el orgullo del poder, sino gobernar siempre del modo más conveniente y benigno, manteniendo tranquilas en toda ocasión las vidas de mis súbditos, ofreciendo un reino culto y en seguridad hasta sus últimas fronteras y haciendo florecer la paz, tan deseada de todos los hombres. (Ester 13, 2)

  • de modo que los malévolos de ayer y hoy desciendan en un solo día al Hades por la violencia y nos permitan gozar, en los días futuros, de la perpetua paz y seguridad.» (Ester 13, 7)

  • En consecuencia, nos proponemos procurar, en lo sucesivo, paz y tranquilidad para todos los hombres de nuestro reino, (Ester 16, 8)

  • Pues ahora descansaría tranquilo, dormiría ya en paz, (Job 3, 13)

  • Pues con las piedras del campo harás alianza, la bestia salvaje vivirá en paz contigo. (Job 5, 23)

  • Mientras viven en paz las tiendas de los salteadores, en plena seguridad los que irritan a Dios, los que meten a Dios en su puño! (Job 12, 6)

  • Grito de espanto resuena en sus oídos, en plena paz el bandido le asalta. (Job 15, 21)

  • En paz sus casas, nada temen, la vara de Dios no cae sobre ellos. (Job 21, 9)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina