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  • pues de muchos posesos salían los espíritus inmundos dando grandes voces, y muchos paralíticos y cojos quedaron curados. (Hechos 8, 7)

  • Hasta el mismo Simón creyó y, una vez bautizado, no se apartaba de Felipe; y estaba atónito al ver las señales y grandes milagros que se realizaban. (Hechos 8, 13)

  • Con el auxilio de Dios hasta el presente me he mantenido firme dando testimonio a pequeños y grandes sin decir cosa que esté fuera de lo que los profetas y el mismo Moisés dijeron que había de suceder: (Hechos 26, 22)

  • Mirad con qué letras tan grandes os escribo de mi propio puño. (Gálatas 6, 11)

  • Mirad también las naves: aunque sean grandes y vientos impetuosos las empujen, son dirigidas por un pequeño timón adonde la voluntad del piloto quiere. (Santiago 3, 4)

  • Así también la lengua es un miembro pequeño y puede gloriarse de grandes cosas. Mirad qué pequeño fuego abrasa un bosque tan grande. (Santiago 3, 5)

  • sus pies parecían de metal precioso acrisolado en el horno; su voz como voz de grandes aguas. (Apocalipsis 1, 15)

  • Las naciones se habían encolerizado; pero ha llegado tu cólera y el tiempo de que los muertos sean juzgados, el tiempo de dar la recompensa a tus siervos los profetas, a los santos y a los que temen tu nombre, pequeños y grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra.» (Apocalipsis 11, 18)

  • Realiza grandes señales, hasta hacer bajar ante la gente fuego del cielo a la tierra; (Apocalipsis 13, 13)

  • Y hace que todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se hagan una marca en la mano derecha o en la frente, (Apocalipsis 13, 16)

  • Y oí un ruido que venía del cielo, como el ruido de grandes aguas o el fragor de un gran trueno; y el ruido que oía era como de citaristas que tocaran sus cítaras. (Apocalipsis 14, 2)

  • Y cantan el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: «Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios Todopoderoso; justos y verdaderos tus caminos, ¡oh Rey de las naciones! (Apocalipsis 15, 3)


“Para consolar uma alma na sua dor, mostre-lhe todo o bem que ela ainda pode fazer.” São Padre Pio de Pietrelcina