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Dios respondió a Salomón: "Ya que me haces esta petición y no reclamas riquezas, ni posesiones, ni gloria, ni la muerte de tus enemigos, ni tampoco una larga vida, sino que pides sabiduría e inteligencia para juzgar a mi pueblo, del cual te he constituido rey, (II Crónicas 1, 11)
sino que elegí a Jerusalén para que allí residiera mi Nombre, y elegí a David para que estuviera al frente de mi pueblo Israel’. (II Crónicas 6, 6)
Sin embargo, no serás tú el que edificará la Casa, sino un hijo nacido de tus entrañas: él construirá la Casa para mi Nombre’. (II Crónicas 6, 9)
Pero no sometió a esclavitud a ningún israelita, sino que a ellos los empleó como hombres de guerra, jefes de sus escuderos y comandantes de sus carros de guerra y su caballería. (II Crónicas 8, 9)
Cuando el Señor vio que se habían humillado, la palabra del Señor llegó a Semaías, en estos términos: "Ellos se han humillado: no los destruiré, sino que los libraré dentro de poco, y mi furor no se derramará sobre Jerusalén por la mano de Sisac. (II Crónicas 12, 7)
En aquellos tiempos no había paz para nadie, sino grandes tribulaciones sobre todos los habitantes del país. (II Crónicas 15, 5)
En el trigésimo noveno año de su reinado, Asá se enfermó gravemente de los pies. Pero ni siquiera en su enfermedad recurrió al Señor, sino a los médicos. (II Crónicas 16, 12)
sino que buscó al Dios de su padre y procedió conforme a sus mandamientos, sin imitar lo que hacía Israel. (II Crónicas 17, 4)
El rey de Israel dijo a Josafat: "Si, queda todavía un hombre por cuyo intermedio se podría consultar al Señor. Pero yo lo detesto, porque nunca me vaticina nada bueno, sino sólo desgracias: es Miqueas, hijo de Imlá". "No hable el rey de esa manera", replicó Josafat. (II Crónicas 18, 7)
El rey de Israel dijo a Josafaat: "¿No te había dicho que este no me vaticina nada bueno, sino sólo desgracias?". (II Crónicas 18, 17)
El rey de Arám, por su parte, había dado esta orden a los comandantes de sus carros de guerra: "No ataquen a nadie, ni pequeño ni grande, sino sólo al rey de Israel". (II Crónicas 18, 30)
y dijo a los jueces: "Miren bien lo que hacen, porque ustedes no deben juzgar en nombre de los hombres, sino del Señor, que está con ustedes cuando administran la justicia. (II Crónicas 19, 6)
