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  • Esas seis ciudades podrán servir de refugio no sólo a los israelitas, sino también a los extranjeros residentes o que estén de paso entre ustedes, de manera que todo el que haya matado a otro involuntariamente, pueda refugiarse en ellas. (Números 35, 15)

  • La parte hereditaria de los israelitas no pasará de una tribu a otra, sino que cada israelita deberá retener la herencia de su tribu paterna. (Números 36, 7)

  • Así, ninguna herencia pasará de una tribu a otra, sino que cada una de las tribus de los israelitas retendrá su parte. (Números 36, 9)

  • Pero por culpa de ustedes, el Señor se irritó contra mí y no me escuchó, sino que me dijo: "¡Basta! no vuelvas a hablarme de ese asunto. (Deuteronomio 3, 26)

  • No la hizo con nuestros padres, sino con nosotros, los que hoy estamos aquí, todos con vida. (Deuteronomio 5, 3)

  • Estas son las palabras que el Señor les dirigió en la montaña, cuando todos ustedes estaban reunidos. Él les habló con voz potente, desde el fuego, la nube y una densa oscuridad. No añadió nada más, sino que escribió esas palabras en las dos tablas de piedra que me entregó. (Deuteronomio 5, 22)

  • Te afligió y te hizo sentir hambre, pero te dio a comer el maná, ese alimento que ni tú ni tus padres conocían, para enseñarte que el hombre no vive solamente de pan, sino de todo lo que sale de la boca del Señor. (Deuteronomio 8, 3)

  • sino que me dijo: "Ve ahora mismo a ponerte al frente del pueblo, para que entren a tomar posesión de la tierra que juré dar a sus padres". (Deuteronomio 10, 11)

  • Pero no comerán la sangre, sino que la derramarás en la tierra, como si fuera agua. (Deuteronomio 12, 16)

  • No le tendrás compasión, sino que harás desaparecer de Israel todo derramamiento de sangre inocente. Así serás feliz. (Deuteronomio 19, 13)

  • su cadáver no quedará en el árbol durante la noche, sino que lo enterrarás ese mismo día, porque el que está colgado de un árbol es una maldición de Dios. Y tú no mancharás el suelo que el Señor, tu Dios, te da como herencia. (Deuteronomio 21, 23)

  • Pero el Señor, tu Dios, no quiso escuchar a Balaam, sino que cambió la maldición en bendición, porque él te ama. (Deuteronomio 23, 6)


“Que Nossa Senhora nos obtenha o amor à cruz, aos sofrimentos e às dores.” São Padre Pio de Pietrelcina