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Si ves extraviados al buey o a la oveja de tu hermano, no te despreocupes de ellos y vé a devolvérselos cuanto antes. (Deuteronomio 22, 1)
con cuajada de vaca y leche de oveja, con la gordura de corderos y carneros; con toros de Basán y con cabritos, y con la mejor harina de trigo; y le dio como bebida, la sangre espumante de la uva. (Deuteronomio 32, 14)
Luego añadió: "Dispérsense entre el pueblo y díganle que me traiga cada uno su buey o su oveja. Degüéllenlos aquí y coman; pero no pequen contra el Señor comiendo carne con sangre". Esa noche, cada uno llevó el buey que tenía a mano y lo degollaron en aquel lugar. (I Samuel 14, 34)
David dijo a Saúl: "Tu servidor apacienta el rebaño de su padre, y siempre que viene un león o un oso y se lleva una oveja del rebaño, (I Samuel 17, 34)
El pobre no tenía nada, fuera de una sola oveja pequeña que había comprado. La iba criando, y ella crecía junto a él y a sus hijos: comía de su pan, bebía de su copa y dormía en su regazo. ¡Era para él como una hija! (II Samuel 12, 3)
Pero llegó un viajero a la casa del hombre rico, y este no quiso sacrificar un animal de su propio ganado para agasajar al huésped que había recibido. Tomó en cambio la oveja del hombre pobre, y se la preparó al que le había llegado de visita". (II Samuel 12, 4)
Pagará cuatro veces el valor de la oveja, por haber obrado así y no haber tenido compasión". (II Samuel 12, 6)
miel, leche cuajada y queso de oveja y de vaca, y se los presentaron a David y a la gente que estaba con él, para que comieran. Porque decían: "La gente está hambrienta, cansada y sedienta de tanto caminar por el desierto". (II Samuel 17, 29)
Ando errante como una oveja perdida: ven a buscar a tu servidor. Yo nunca olvido tus mandamientos. (Salmos 119, 176)
Al ser maltratado, se humillaba y ni siquiera abría su boca: como un cordero llevado al matadero, como una oveja muda ante el que la esquila, él no abría su boca. (Isaías 53, 7)
Israel era una oveja descarriada, ahuyentada por los leones. Primero la devoró el rey de Asiria, y ahora, últimamente, le quebró los huesos Nabucodonosor, rey de Babilonia. (Jeremías 50, 17)
No han fortalecido a la oveja débil, no han curado a la enferma, no han vendado a la herida, no han hecho volver a la descarriada, ni han buscado a la que estaba perdida. Al contrario, las han dominado con rigor y crueldad. (Ezequiel 34, 4)