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  • No hay Santo como el Señor, porque no hay nadie fuera de ti, y no hay Roca como nuestro Dios. (I Samuel 2, 2)

  • Al ver lo que sucedía, los asdoditas dijeron: "Que el Arca del Señor no se quede entre nosotros, porque su mano es dura contra nosotros y contra Dagón, nuestro dios". (I Samuel 5, 7)

  • y dijeron a Samuel: "No ceses de clamar por nosotros al Señor, nuestro Dios, para que nos salve del poder de los filisteos". (I Samuel 7, 8)

  • y así seremos como todas las naciones. Nuestro rey nos juzgará, saldrá al frente de nosotros y combatirá en nuestros combates". (I Samuel 8, 20)

  • Jonatán dijo a su escudero: "Vamos a cruzarnos a la guarnición de esos incircuncisos. Pueda ser que el Señor intervenga a favor nuestro, ya que nada le impide dar la victoria, sea con muchos o con pocos". (I Samuel 14, 6)

  • Si nos dicen: ‘¡Alto ahí, hasta que los alcancemos!’, nos quedaremos en nuestro puesto, sin subir adonde están ellos. (I Samuel 14, 9)

  • Basta que nuestro señor lo diga, y los servidores que te asisten buscarán un hombre que sepa tocar la cítara. Así, cuando te asalte el mal espíritu de Dios, él tocará la cítara, y tú te sentirás aliviado". (I Samuel 16, 16)

  • Uno de sus servidores le avisó a Abigail, la esposa de Nabal: "Mira que David envió a unos emisarios desde el desierto, para saludar a nuestro patrón, y él se abalanzó sobre ellos. (I Samuel 25, 14)

  • Ahora piensa bien lo que debes hacer, porque es cosa decidida la ruina de nuestro patrón y de toda su casa. En cuanto a él, ¡no es más que un miserable, al que ni siquiera se le puede hablar!". (I Samuel 25, 17)

  • ¡Ánimo! ¡Luchemos valerosamente por nuestro pueblo y por las ciudades de nuestro Dios! ¡Y que el Señor haga lo que le parezca bien!". (II Samuel 10, 12)

  • Pero Absalón, al que habíamos ungido para que fuera nuestro jefe, ha muerto en el combate. ¿Qué esperan entonces para traer de vuelta al rey?". (II Samuel 19, 11)

  • Pero los hombres de Israel replicaron a los de Judá: "Nosotros tenemos sobre el rey, incluso sobre David, diez veces más derechos que ustedes. ¿Por qué nos han relegado? ¿No fuimos nosotros los primeros en proponer que volviera nuestro rey?". A esto respondieron los hombres de Judá con palabras aún más duras. (II Samuel 19, 44)


“Quando a videira se separa da estaca que a sustenta, cai, e ao ficar na terra apodrece com todos os cachos que possui. Alerta, portanto, o demônio não dorme!” São Padre Pio de Pietrelcina