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En ese preciso momento, llegaba Booz de Belén y saludó a los cosechadores, diciendo: "El Señor esté con ustedes". "El Señor te bendiga", le respondieron. (Rut 2, 4)
Así esperó siete días, según el plazo fijado por Samuel. Pero Samuel no llegaba a Guilgal y el pueblo se le comenzó a desbandar. (I Samuel 13, 8)
Cuando David llegaba a la cumbre, allí donde se adora a Dios, le salió al encuentro Jusai, el arquita, amigo de David, con la túnica hecha jirones y la cabeza cubierta de polvo. (II Samuel 15, 32)
Cuando el rey llegaba a Bajurím salió de allí un hombre del mismo clan que la casa de Saúl, llamado Simei, hijo de Guerá. Mientras salía, iba lanzando maldiciones, (II Samuel 16, 5)
Pero los otros fueron a sitiarlo en Abel Bet Maacá y levantaron contra la ciudad un terraplén que llegaba al antemuro. Como toda la tropa que estaba con Joab se puso a socavar el muro para hacerlo caer, (II Samuel 20, 15)
Había allí un profeta del Señor, llamado Obed. Él salió al encuentro del ejército que llegaba a Samaria y les dijo: "El Señor, el Dios de sus padres, se enfureció contra Judá y lo entregó en manos de ustedes. ¡Pero ustedes los han masacrado con una furia tal que clama al cielo! (II Crónicas 28, 9)
De pronto presintió que él llegaba y dijo al padre: "¡Ya viene tu hijo con su compañero!". (Tobías 11, 6)
Después de haber observado durante doce meses lo establecido en el estatuto de las mujeres, a cada joven le llegaba el turno de presentarse ante el rey Asuero. Porque el tratamiento de belleza comprendía dos etapas: seis meses para ungirse con aceite de mirra, y seis meses más para embellecerse con aromas y otros cosméticos usados por las mujeres. (Ester 2, 12)
Luego el rey preguntó: "¿Quién anda por el patio?". En aquel momento, Amán llegaba al atrio exterior del palacio, para pedir al rey que colgara a Mardoqueo del patíbulo que había hecho preparar para él. (Ester 6, 4)
Cuando la vida de Matatías llegaba a su fin, este dijo a sus hijos: "Ahora reinan la insolencia y el ultraje, es tiempo de perturbación y de furor desencadenado. (I Macabeos 2, 49)
Así, si sucedía algo imprevisto o llegaba una noticia desagradable, los habitantes de las provincias no se perturbarían, sabiendo de antemano a quién quedaba confiado el gobierno. (II Macabeos 9, 24)
Porque es un día de confusión, de humillación y consternación, enviado por el Señor de los ejércitos: en el valle de la Visión se socavaba el muro, el clamor llegaba a la montaña. (Isaías 22, 5)