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Y la palabra de Samuel llegó a todo Israel. En aquellos días, los filisteos se reunieron para combatir contra Israel. Israel les salió al encuentro para el combate, y acamparon en Eben Ezer, mientras los filisteos acampaban en Afec. (I Samuel 4, 1)
Cuando el Arca de la Alianza del Señor llegó al campamento, todos los israelitas lanzaron una gran ovación y tembló la tierra. (I Samuel 4, 5)
Un hombre de Benjamín escapó del frente de batalla y llegó a Silo ese mismo día, con la ropa desgarrada y la cabeza cubierta de polvo. (I Samuel 4, 12)
Cuando llegó, Elí estaba sentado en una silla al borde del camino, a la expectativa, porque su corazón temblaba por el Arca de Dios. El hombre fue a dar la noticia por la ciudad, y toda la ciudad se puso a gritar. (I Samuel 4, 13)
Entonces enviaron el Arca de Dios a Ecrón. Pero apenas el Arca llegó a Ecrón, los ecronitas gritaron: "Han trasladado aquí el Arca del Dios de Israel, para hacerme morir a mí y a mi pueblo". (I Samuel 5, 10)
El carro llegó al campo de Josué de Bet Semes y se detuvo. Allí había una gran piedra. Entonces hicieron astillas la madera del carro y ofrecieron las vacas en holocausto al Señor. (I Samuel 6, 14)
Después que Jacob llegó a Egipto, los egipcios los avasallaron, y los padres de ustedes clamaron al Señor. El Señor envió entonces a Moisés y a Aarón, que hicieron salir a sus padres de Egipto y los establecieron en este lugar. (I Samuel 12, 8)
Apenas terminó de ofrecer el holocausto, llegó Samuel, y Saúl salió a su encuentro para saludarlo. (I Samuel 13, 10)
Así la gente llegó a un bosque donde había miel en el suelo. (I Samuel 14, 25)
La palabra del Señor llegó entonces a Samuel en estos términos: (I Samuel 15, 10)
A la mañana temprano, Samuel partió al encuentro de Saúl, y le dieron esta información: "Saúl llegó a Carmel y allí se erigió una columna conmemorativa; luego dio la vuelta y siguió adelante para bajar a Guilgal". (I Samuel 15, 12)
Samuel hizo lo que el Señor le había dicho. Cuando llegó a Belén, los ancianos de la ciudad salieron a su encuentro muy atemorizados, y le dijeron: "¿Vienes en son de paz, vidente?". (I Samuel 16, 4)