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Jericó estaba herméticamente cerrada por temor a los israelitas: nadie salía ni entraba. (Josué 6, 1)
Josué envío a dos emisarios, que fueron corriendo a la carpa, y encontraron el manto que estaba escondido en ella, y la plata debajo de él. (Josué 7, 22)
Entonces se convocó a toda la gente que estaba en la ciudad para que saliera a perseguirlos, y todos persiguieron a Josué, alejándose así de la ciudad. (Josué 8, 16)
se calzaron sandalias viejas y remendadas, y se vistieron con ropa gastada. Todo el pan que llevaban como alimento estaba reseco y reducido a migajas. (Josué 9, 5)
Este es nuestro pan: todavía estaba caliente cuando nos proveímos de él en nuestras casas, el día en que salimos al encuentro de ustedes; ahora está reseco y convertido en migajas. (Josué 9, 12)
Entonces los gabaonitas mandaron decir a Josué, que estaba en el campamento de Guilgal: "No dejes solos a tus servidores. Ven a salvarnos lo antes posible. Ayúdanos, porque todos los reyes amorreos que habitan en la Montaña se han reunido contra nosotros". (Josué 10, 6)
Los hijos de Judá fueron a Guilgal, donde estaba Josué; y Caleb, hijo de Iefuné, el quenizita, le dijo: "Tú sabes muy bien lo que el Señor dijo a Moisés, el hombre de Dios, acerca de mí y de ti, en Cades Barné. (Josué 14, 6)
Finalmente, el límite occidental estaba formado por el Mar Grande y su playa. Estos eran los límites que bordeaban el territorio asignado a los clanes de los hijos de Judá. (Josué 15, 12)
y llegaba hasta el mar. Al norte estaba Micmetat, y al este, el límite doblaba hacia Taanat Silo, pasando al este de Ianóaj. (Josué 16, 6)
Toda la comunidad de los israelitas se reunió en Silo, y allí fue instalada la Carpa del Encuentro. El país ya estaba sometido a los israelitas, (Josué 18, 1)
Los hombres partieron, recorrieron el país y registraron por escrito las ciudades, dividiéndolas en siete grupos. Después regresaron al campamento de Silo, donde estaba Josué. (Josué 18, 9)
Por el este, el límite estaba formado por el Jordán. Esta fue la herencia de los clanes de Benjamín, con los límites que la rodean. (Josué 18, 20)
