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No saben obrar con rectitud -oráculo del Señor- esos que amontonan violencia y devastación en sus palacios. (Amós 3, 10)
Ustedes se llevarán a Sicut, su rey, y a Queván, su dios estelar, esos ídolos que se han fabricado, (Amós 5, 26)
¡Ay de los que se sienten seguros en Sión y de los que viven confiados en la montaña de Samaría, esos notables de la primera de las naciones, a los que acude la casa de Israel! (Amós 6, 1)
Así morirán por la espada todos los pecadores de mi pueblo, esos que decían: "No se acercará, no nos sucederá la desgracia". (Amós 9, 10)
Por haber despojado a numerosas naciones, lo que resta de esos pueblos te despojará a ti, a causa de la sangre humana derramada y de la violencia contra el país, contra la ciudad y todos sus habitantes. (Habacuc 2, 8)
Aquel día, ya no tendrás que avergonzarte de las malas acciones con las que me has ofendido, porque yo apartaré a esos jactanciosos prepotentes que están en medio de ti, y ya no volverás a engreírte sobre mi santa Montaña. (Sofonías 3, 11)
Entonces tomé la palabra y le dije: "¿Qué son esos dos olivos, a la derecha y a la izquierda del candelabro?". (Zacarías 4, 11)
Habla a todo el pueblo del país y a los sacerdotes, diciéndoles: Si ustedes han ayunado y se han lamentado en el quinto y el séptimo mes desde hace setenta años, ¿es por mí que han practicado esos ayunos? (Zacarías 7, 5)
Y será igual la plaga de los caballos, mulos, camellos, asnos y de todos los animales que se encuentren en esos campamentos: ¡será una plaga igual a aquella! (Zacarías 14, 15)
Entonces le presentaron a un paralítico tendido en una camilla. Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: «Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados». (Mateo 9, 2)
¿Con quién puedo comparar a esta generación? Se parece a esos muchachos que, sentados en la plaza, gritan a los otros: (Mateo 11, 16)
«Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre». (Mateo 20, 23)
