Gefunden 26 Ergebnisse für: diadema

  • Por eso, recibirán la espléndida realeza y la hermosa diadema de las manos del Señor; porque él los protegerá con su mano derecha y los defenderá con su brazo. (Sabiduría 5, 16)

  • Porque sobre sus vestiduras sacerdotales estaba el mundo entero, sobre las cuatro hileras de piedras preciosas estaban grabados los nombres gloriosos de los Padres, y sobre la diadema de su cabeza estaba tu Majestad. (Sabiduría 18, 24)

  • Muchos tiranos se sentaron en el suelo y el que menos lo pensaba se ciñó la diadema. (Eclesiástico 11, 5)

  • la diadema de oro encima del turbante, grabada con la señal de su consagración: insignia de honor, trabajo magnífico, ornamento que es un placer para la vista. (Eclesiástico 45, 12)

  • Por eso, lo glorificaron por los diez mil, y lo alabaron por las bendiciones del Señor, ofreciéndole una diadema de gloria. (Eclesiástico 47, 6)

  • Aquel día, el Señor de los ejércitos será una espléndida corona y una diadema de gloria para el resto de su pueblo; (Isaías 28, 5)

  • Yo desbordo de alegría en el Señor, mi alma se regocija en mi Dios. Porque él me vistió con las vestiduras de la salvación y me envolvió con el manto de la justicia, como un esposo que se ajusta la diadema y como una esposa que se adorna con sus joyas. (Isaías 61, 10)

  • Serás una espléndida corona en la mano del Señor, una diadema real en las palmas de tu Dios. (Isaías 62, 3)

  • cúbrete con el manto de la justicia de Dios, coloca sobre tu cabeza la diadema de gloria del Eterno. (Baruc 5, 2)

  • coloqué un anillo en tu nariz, pendientes en tus orejas y una espléndida diadema en tu cabeza. (Ezequiel 16, 12)

  • así habla el Señor: ¡Saquen el turbante, quiten la diadema! Esto ya no será más así: lo humilde será elevado, lo excelso será humillado. (Ezequiel 21, 31)

  • El Señor, su Dios, los salvará en aquel día, como al rebaño de su pueblo; como piedras de una diadema, resplandecerán sobre su tierra. (Zacarías 9, 16)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina