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  • Pero no le quitaré el reino de su mano, sino que lo mantendré como jefe todos los días de su vida, por consideración a mi servidor David, a quien elegí y que observó mis mandamientos y preceptos; (I Reyes 11, 34)

  • quitaré el reino de manos de su hijo y te lo daré a ti. A ti te daré diez tribus (I Reyes 11, 35)

  • Salomón reinó sobre todo Israel durante cuarenta años. (I Reyes 11, 42)

  • Luego se fue a descansar con sus padres, y fue sepultado en la Ciudad de David, su padre. Su hijo Roboám reinó en lugar de él. (I Reyes 11, 43)

  • Mientras tanto, Roboám llegó a Jerusalén y convocó a toda la casa de Judá y a la tribu de Benjamín -ciento ochenta mil guerreros adiestrados- para ir a combatir contra la casa de Israel y restituir el reino a Roboám, hijo de Salomón. (I Reyes 12, 21)

  • Pero Jeroboám pensó: "Tal como se presentan las cosas, el reino podría volver a la casa de David. (I Reyes 12, 26)

  • Jeroboám reinó durante veintidós años, y se fue a descansar con sus padres. Su hijo Nadab reinó en lugar de él. (I Reyes 14, 20)

  • Roboám, hijo de Salomón, reinó en Judá. Tenía cuarenta y un años cuando comenzó a reinar, y reinó diecisiete años en Jerusalén, la ciudad que había elegido el Señor entre todas las tribus de Israel para poner allí su Nombre. Su madre se llamaba Naamá, la amonita. (I Reyes 14, 21)

  • Roboám se fue a descansar con sus padres, y fue sepultado con ellos en la Ciudad de David. Su madre se llamaba Naamá, la amonita. Su hijo Abiám reinó en lugar de él. (I Reyes 14, 31)

  • Él reinó tres años en Jerusalén. Su madre se llamaba Maacá, y era hija de Abisalóm. (I Reyes 15, 2)

  • Abiám se fue a descansar con sus padres y lo sepultaron en la Ciudad de David. Su hijo Asá reinó en lugar de él. (I Reyes 15, 8)

  • Él reinó cuarenta y un años en Jerusalén. Su abuela se llamaba Maacá, y era hija de Abisalón. (I Reyes 15, 10)


“Onde não há obediência, não há virtude. Onde não há virtude, não há bem, não há amor; e onde não há amor, não há Deus; e sem Deus não se chega ao Paraíso. Tudo isso é como uma escada: se faltar um degrau, caímos”. São Padre Pio de Pietrelcina