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  • Hará pedazos los obeliscos de Bet Semes -la que está en el país de Egipto- e incendiará los templos de los dioses de Egipto. (Jeremías 43, 13)

  • También beberás el agua medida -la sexta parte de un hin- y la beberás a una hora determinada. (Ezequiel 4, 11)

  • Así habla el Señor: Aunque yo envié contra Jerusalén mis cuatro terribles castigos -la espada, el hambre, las bestias feroces y la peste- para extirpar de ella a hombres y animales, (Ezequiel 14, 21)

  • Agrégale trozos de carne, los mejores trozos -la pata y la espalda-, llénala con los mejores huesos. (Ezequiel 24, 4)

  • Derramaré mi furor en Sin -la plaza fuerte de Egipto- y extirparé el tumulto de No. (Ezequiel 30, 15)

  • no se aproximarán a mí para ejercer la función sacerdotal, ni se aproximarán a mis cosas santas -las cosas santísimas- sino que cargarán con el oprobio y las abominaciones que cometieron. (Ezequiel 44, 13)

  • Mi ira se ha encendido contra los pastores y yo castigaré a los machos cabríos. Cuando el Señor de los ejércitos visite a su rebaño -la casa de Judá- hará de ella su caballo de honor en el combate. (Zacarías 10, 3)

  • Entre ellas estaban María Magdalena, María -la madre de Santiago y de José- y la madre de los hijos de Zebedeo. (Mateo 27, 56)

  • Mientras tanto el tetrarca Herodes, a quien Juan censuraba a causa de Herodías -la mujer de su hermano- y por todos los delitos que había cometido, (Lucas 3, 19)

  • y estar unido a él, no con mi propia justicia -la que procede de la Ley- sino con aquella que nace de la fe en Cristo, la que viene de Dios y se funda en la fe. (Filipenses 3, 9)

  • De esa manera, hay dos realidades irrevocables -la promesa y el juramento- en las que Dios no puede engañarnos. Y gracias a ellas, nosotros, los que acudimos a él, nos sentimos poderosamente estimulados a aferrarnos a la esperanza que se nos ofrece. (Hebreos 6, 18)

  • Haré que el vencedor sea una columna en el Templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí. Y sobre él escribiré el nombre de mi Dios, y el nombre de la Ciudad de mi Dios -la nueva Jerusalén que desciende del cielo y viene de Dios- y también mi nombre nuevo". (Apocalipsis 3, 12)


A humildade e a caridade são as “cordas mestras”. Todas as outras virtudes dependem delas. Uma é a mais baixa; a outra é a mais alta. ( P.e Pio ) São Padre Pio de Pietrelcina