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  • Porque realmente se aliaron en esta ciudad Herodes y Poncio Pilato con las naciones paganas y los pueblos de Israel, contra tu santo servidor Jesús, a quien tú has ungido. (Hechos 4, 27)

  • Pero el que maltrataba a su compañerorechazó a Moisés y le dijo: "¿Quién te ha nombrado jefe o árbitro nuestro? (Hechos 7, 27)

  • Y a este Moisés, a quien ellos rechazaron diciendo: ¿Quién te ha nombrado jefe o árbitro nuestro?,Dios lo envió como jefe y libertador con la ayuda del ángel que se apareció en la zarza. (Hechos 7, 35)

  • ¿Hubo algún profeta a quien ellos no persiguieran? Mataron a los que anunciaban la venida del Justo, el mismo que acaba de ser traicionado y asesinado por ustedes, (Hechos 7, 52)

  • diciéndoles: «Les ruego que me den ese poder a mí también, para que aquel a quien yo imponga las manos reciba el Espíritu Santo». (Hechos 8, 19)

  • En su humillación, le fue negada la justicia. ¿Quién podrá hablar de su descendencia, ya que su vida es arrancada de la tierra? (Hechos 8, 33)

  • El etíope preguntó a Felipe: «Dime, por favor, ¿de quién dice esto el Profeta? ¿De sí mismo o de algún otro?». (Hechos 8, 34)

  • Él preguntó: «¿Quién eres tú, Señor?». «Yo soy Jesús, a quien tú persigues, le respondió la voz. (Hechos 9, 5)

  • Vivía entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en una visión: «¡Ananías!». Él respondió: «Aquí estoy, Señor». (Hechos 9, 10)

  • Baja y no dudes en irte con ellos, porque soy yo quien los he enviado». (Hechos 10, 20)

  • Y cuando Dios desechó a Saúl, les suscitó como rey a David, de quien dio este testimonio: He encontrado en David, el hijo de Jesé, a un hombre conforme a mi corazón que cumplirá siempre mi voluntad. (Hechos 13, 22)

  • Y al final de su carrera, Juan decía: "Yo no soy el que ustedes creen, pero sepan que después de mí viene aquel a quien yo no soy digno de desatar las sandalias". (Hechos 13, 25)


“Não se desencoraje se você precisa trabalhar muito para colher pouco. Se você pensasse em quanto uma só alma custou a Jesus, você nunca reclamaria!” São Padre Pio de Pietrelcina