Gefunden 22 Ergebnisse für: �Eras

  • Dentro de tres días, el Faraón te indultará, te restituirá a tu cargo, y tú pondrás la copa en su mano, como acostumbrabas a hacerlo antes, cuando eras su copero. (Génesis 40, 13)

  • Entonces Zebul le dijo: "¿No eras tú el que te envalentonabas, diciendo: ‘¿Quién es Abimélec para que le estemos sometidos?’. ¡Ahí está la gente que tú despreciabas! ¡Ve ahora a combatir contra ellos!". (Jueces 9, 38)

  • A David le llegó esta noticia: "Los filisteos están combatiendo contra Queilá y saqueando las eras". (I Samuel 23, 1)

  • Hace ya mucho tiempo, cuando aún teníamos como rey a Saúl, eras tú el que conducía a Israel. Y el Señor te ha dicho: ‘Tú apacentarás a mi pueblo Israel y tú serás el jefe de Israel’". (II Samuel 5, 2)

  • Ya desde antes, incluso cuando Saúl reinaba sobre nosotros, eras tú el que conducía a Israel. Y ahora el Señor te ha dicho: ‘¡Tu apacentarás a mi pueblo Israel, tu serás el jefe de mi pueblo Israel!’". (I Crónicas 11, 2)

  • No es esta la primera vez que se manifiesta tu sabiduría: desde que eras joven, todo el pueblo conoce tu inteligencia y la bondad de tu corazón. (Judit 8, 29)

  • "Acuérdate de cuando eras pobre y pequeña, y recibías de mi mano alimento. Porque Amán, el primero en dignidad después del rey, ha hablado contra nosotros para eliminaros. (Ester 15, 2)

  • Pero eras tú, Señor, con tu gracia, el que me afirmaba sobre fuertes montañas, y apenas ocultaste tu rostro, quedé conturbado. (Salmos 30, 8)

  • Eras tú, mi Rey y mi Dios, el que decidía las victorias de Jacob: (Salmos 44, 5)

  • Señor, nuestro Dios, tú les respondías; tú eras para ellos un Dios indulgente, pero te vengabas de sus malas acciones. (Salmos 99, 8)

  • ¡Qué sabio eras en tu juventud, desbordabas de inteligencia como un río! (Eclesiástico 47, 14)

  • Porque así habla el Señor acerca de la casa real de Judá: Tú eras para mí como Galaad, como una cumbre del Líbano, pero juro que te convertiré en un desierto, en una ciudad deshabitada. (Jeremías 22, 6)


“Não se desencoraje, pois, se na alma existe o contínuo esforço de melhorar, no final o Senhor a premia fazendo nela florir, de repente, todas as virtudes como num jardim florido.” São Padre Pio de Pietrelcina