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Y eso que tenemos paja y forraje para nuestros burros y pan y vino para mí, para mi mujer y para el joven que nos acompaña. No nos falta nada.» (Jueces 19, 19)
Saúl le contestó: «Bien, vamos, pero ¿qué presente llevaremos a ese hombre de Dios? No nos queda pan y no tenemos ningún regalo para llevarle. ¿Qué le podemos dar?» (1 Samuel 9, 7)
Pero sus hombres le dijeron: «¡Mira!, aquí en Judá estamos amenazados y en peligro. ¿Qué será si además tenemos líos con los filisteos?» (1 Samuel 23, 3)
Pues ahora la familia me exige que le entregue al que mató a su hermano. Nosotros tenemos que matarlo, dicen, para vengar a su hermano. Y así van a acabar con el heredero, y apagarán la brasa que me queda; con esto no habrá nadie para conservar el apellido de mi marido sobre la tierra.» (2 Samuel 14, 7)
Los de Israel respondieron: «Tenemos más derechos que ustedes sobre el rey, pues somos diez por uno; ¿por qué, pues, nos ofenden de esa manera? Además el rey nos debe más que a ustedes. ¿No hemos sido los primeros en hacer volver al rey David?» Pero los de Judá contestaron con palabras más duras. (2 Samuel 19, 44)
Había allí un hombre perverso llamado Sebá, hijo de Bikrí, de la tribu de Benjamín, que hizo sonar la trompeta y dijo: «¡Nada tenemos que ver con David ni con su herencia! ¡Váyase cada uno a su hogar, Israel!» (2 Samuel 20, 1)
Los gabaonitas respondieron: «No tenemos queja contra Saúl y su familia por asunto de oro o de plata; tampoco queremos que muera nadie de Israel.» David insistió: «Haré por ustedes lo que me digan.» (2 Samuel 21, 4)
En vista de todo esto, Natán fue a decirle a Betsabé, madre de Salomón: «¿No sabes que tenemos un nuevo rey, Adonías, hijo de Jaguit? Y el rey no tiene ni idea de esto. (1 Reyes 1, 11)
La gente de Israel comprendió que el rey no quería hacerles caso, y le respondieron en los mismos términos: «¿Qué tenemos que ver con David y con sus hijos? No es de nuestra familia, ¡arréglate con los tuyos, hijo de David! Los de Israel, vámonos.» Así, pues, los israelitas volvieron a sus tiendas. (1 Reyes 12, 16)
Israel vio que el nuevo rey no los atendía y replicaron al rey: «¿Qué parte tenemos nosotros con David? No tenemos herencia que recibir del hijo de Jesé. ¡A tus tiendas, Israel! Mira ahora por tu casa, David.» (2 Crónicas 10, 16)
Oh Dios nuestro, ¿no harás justicia con ellos? Pues nosotros no tenemos fuerza para hacer frente a esta gran multitud que viene contra nosotros y no sabemos qué hacer. Pero nuestros ojos se vuelven a ti.» (2 Crónicas 20, 12)
Algunos decían: «Nosotros tenemos mucha familia y necesitamos trigo para comer y poder vivir.» (Nehemías 5, 2)