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Su vino es veneno de serpiente, mortal ponzoña de áspid. (Deuteronomio 32, 33)
Suprimió los santuarios de las lomas, quebró los cipos y cortó los troncos sagrados. También destruyó la serpiente de bronce que Moisés había fabricado en el desierto, pues hasta ese tiempo los israelitas le ofrecían sacrificios y la llamaban Nejustán. (2 Reyes 18, 4)
Su soplo ha despejado los cielos, su mano traspasó la Serpiente huidiza. (Job 26, 13)
Su veneno es veneno de serpiente, son sordos como el áspid que se tapa el oído (Salmos 58, 5)
que cual serpiente afilan sus lenguas y un veneno de víbora hay en sus labios. (Salmos 140, 4)
Acabará mordiéndote como una serpiente, te picará como una víbora. (Proverbios 23, 32)
¿por dónde pasó el aguila en el cielo, y la serpiente por la roca, y el barco en alta mar? ¿Y cómo pasó el hombre por la mujer? (Proverbios 30, 19)
El que cava un hoyo, se puede caer en él; el que derriba un muro, puede ser que lo muerda la serpiente; (Eclesiastés (Qohelet) 10, 8)
Pero tal vez la serpiente no se deja encantar y muerde: en ese caso el encantador no habrá ganado nada. (Eclesiastés (Qohelet) 10, 11)
Aunque no hubiera nada que temer, el simple paso de un animal o el silbido de una serpiente bastaba para aterrorizarlos; se morían en convulsiones de miedo, no atreviéndose a mirar ese aire que nos rodea y del cual nadie podría huir. (Sabiduría 17, 9)
¿Quién se compadecerá del encantador mordido por una serpiente, o de cualquier otro que se acerca a animales peligrosos? (Sirácides (Eclesiástico) 12, 13)
Huye del pecado como lo harías de una serpiente: si te acercas, te muerde; tiene dientes de león y destruye vidas humanas. (Sirácides (Eclesiástico) 21, 2)
