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  • Que él los fortalezca interiormente para que sean santos e irreprochables delante de Dios, nuestro Padre, el día que venga Jesús, nuestro Señor, con todos sus santos. (1º Carta a los Tesalonicenses 3, 13)

  • Nosotros, en cambio, por ser del día, permanezcamos despiertos; revistámonos de la fe y del amor como de una coraza, y sea nuestro casco la esperanza de la salvación. (1º Carta a los Tesalonicenses 5, 8)

  • El murió por nosotros, para que, sea que nos halle despiertos o descansando, entremos junto con él en la vida. (1º Carta a los Tesalonicenses 5, 10)

  • Que la gracia de Cristo Jesús, nuestro Señor, sea con ustedes. (1º Carta a los Tesalonicenses 5, 28)

  • Estos son nuestros pensamientos en todo momento mientras rogamos por ustedes: que nuestro Dios los haga dignos de su llamada y que, por su poder, lleve a efecto sus buenos propósitos, haciendo que su fe sea activa y eficiente. (2º Carta a los Tesalonicenses 1, 11)

  • Que la mujer sea sumisa y sepa aprender en vez de molestar. (1º Carta a Timoteo 2, 11)

  • Es necesario, pues, que el obispo sea irreprochable, casado una sola vez, casto, dueño de sí, de buenos modales, que acoja fácilmente en su casa y con capacidad para enseñar. (1º Carta a Timoteo 3, 2)

  • No se debe escoger a un recién convertido, no sea que el cargo se le suba a la cabeza y el diablo lo haga caer. (1º Carta a Timoteo 3, 6)

  • Primero sean sometidos a prueba y después, si no hubiera nada que reprocharles, sean aceptados como diáconos. (1º Carta a Timoteo 3, 10)

  • Las mujeres igualmente sean respetables, no chismosas, sino serias y dignas de confianza. (1º Carta a Timoteo 3, 11)

  • Los diáconos sean casados una sola vez y gobiernen bien a sus hijos y su propia casa. (1º Carta a Timoteo 3, 12)

  • Quiero, pues, que las viudas jóvenes se vuelvan a casar, que tengan hijos y sean amas de casa, antes que dar a nuestros adversarios algún pretexto para criticar. (1º Carta a Timoteo 5, 14)


“O Coração de Jesus não deixará cair no vazio a nossa oração se ela for plena de fé e de confiança.” São Padre Pio de Pietrelcina