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  • Y agregó: «Como he dicho antes, nadie puede venir a mí si no se lo concede el Padre.» (Evangelio según San Juan 6, 65)

  • El mundo no puede odiarlos a ustedes, pero a mí sí que me odia, porque yo muestro que sus obras son malas. (Evangelio según San Juan 7, 7)

  • Los judíos, admirados, decían: «¿Cómo puede conocer las Escrituras sin haber tenido maestro?» (Evangelio según San Juan 7, 15)

  • Mientras es de día tenemos que hacer la obra del que me ha enviado; porque vendrá la noche, cuando nadie puede trabajar. (Evangelio según San Juan 9, 4)

  • Algunos fariseos, pues, dijeron: «Ese hombre, que trabaja en día sábado, no puede venir de Dios.» Pero otros decían: «¿Puede ser un pecador el que realiza tales milagros?» Y estaban divididos. (Evangelio según San Juan 9, 16)

  • Pero cómo es que ahora ve, no lo sabemos, y quién le abrió los ojos, tampoco. Pregúntenle a él, que es adulto y puede responder de sí mismo.» (Evangelio según San Juan 9, 21)

  • Pero otros decían: «Un endemoniado no habla de esta manera. ¿Puede acaso un demonio abrir los ojos de los ciegos?» (Evangelio según San Juan 10, 21)

  • Aquello que el Padre me ha dado es más fuerte que todo, y nadie puede arrebatarlo de la mano de mi Padre. (Evangelio según San Juan 10, 29)

  • No se puede cambiar la Escritura, y en ese lugar llama dioses a los que recibieron esta palabra de Dios. (Evangelio según San Juan 10, 35)

  • el Espíritu de Verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes lo conocen, porque está con ustedes y permanecerá en ustedes. (Evangelio según San Juan 14, 17)

  • pero permanezcan en mí como yo en ustedes. Una rama no puede producir fruto por sí misma si no permanece unida a la vid; tampoco ustedes pueden producir fruto si no permanecen en mí. (Evangelio según San Juan 15, 4)

  • Así se cumple la palabra que se puede leer en su Ley: Me odiaron sin causa alguna. (Evangelio según San Juan 15, 25)


“Façamos o bem, enquanto temos tempo à nossa disposição. Assim, daremos glória ao nosso Pai celeste, santificaremos nós mesmos e daremos bom exemplo aos outros.” São Padre Pio de Pietrelcina