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Pasados muchos años, cuando a Dios le pareció bien, Nehemías, despedido por el rey de Persia, mandó que los descendientes de los sacerdotes que habían escondido el fuego, lo fueran a buscar. Pero, como ellos informaron que no habían encontrado fuego, sino un líquido espeso, (2 Macabeos 1, 20)
Hablemos de sabiduría: esto vi bajo el sol y que no me pareció poca cosa. (Eclesiastés (Qohelet) 9, 13)
Este es al que tomábamos para la risa, el objeto de nuestras bromas: ¡qué imbéciles éramos! Su vida nos parecía una locura, su muerte nos pareció el fracaso final. (Sabiduría 5, 4)
El Señor la decretó para todo ser viviente: ¿rehusarás algo que le pareció bueno al Altísimo? Ya sea que hayas vivido diez, cien o mil años, a nadie le importarará eso en la Morada de abajo. (Sirácides (Eclesiástico) 41, 4)
Mediante visiones divinas, me condujo al país de Israel y me depositó en una montaña muy alta. En la ladera me pareció ver las construcciones de una ciudad. (Ezequiel 40, 2)
Entonces, Daniel, por sobrenombre Beltsasar, quedó un instante aturdido y pareció muy turbado. El rey tomó la palabra y dijo: «Beltsasar, ¿qué hay en ese sueño o en su interpretación que te turbe tanto?» Respondió Beltsasar: «Señor mío, ¡ojalá que este sueño sea para tus enemigos y su contenido se refiera a tus adversarios (Daniel 4, 16)
El día en que se puso la primera piedra, les pareció ser una cosa sin importancia, pero ahora es un alegría para todos ustedes ver la piedra que corona el edificio en manos de Zorobabel. (Zacarías 4, 10)
Pero no les creyeron, y esta novedad les pareció puros cuentos. (Evangelio según San Lucas 24, 11)
En ese momento, todos los que estaban sentados en el Sanedrín fijaron los ojos en Esteban, y su rostro les pareció como el de un ángel. (Hecho de los Apóstoles 6, 15)
pues en Macedonia y Acaya les pareció bien hacer una colecta en favor de los pobres de la comunidad de Jerusalén. (Carta a los Romanos 15, 26)
Pues el mundo, con su sabiduría, no reconoció a Dios cuando ponía por obra su sabiduría; entonces a Dios le pareció bien salvar a los creyentes con esta locura que predicamos. (1º Carta a los Corintios 1, 21)
Por eso me pareció necesario rogar a nuestros hermanos que se me adelantaran y fueran a verlos para organizar esa largueza que se había acordado. Bien preparada, demostrará ser una largueza y no una limosna. (2º Carta a los Corintios 9, 5)
