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  • El dios infame se comió el fruto del trabajo de nuestros padres desde nuestra juventud, sus ovejas y sus vacas, sus hijos e hijas. (Jeremías 3, 24)

  • ¡Acostémonos en nuestra vergüenza y que nos cubra nuestra propia confusión! Porque nuestros padres, y nosotros desde nuestra juventud, hemos pecado contra Yavé, nuestro Dios, y no hemos escuchado su voz.» (Jeremías 3, 25)

  • Que se apresuren en entonarnos una canción fúnebre. Dejen que lloren nuestros ojos y que derramen llanto nuestros párpados. (Jeremías 9, 17)

  • «La muerte ha trepado por nuestras ventanas y ha entrado en nuestros palacios; ha segado al niño en la calle, a los jóvenes en la plaza. (Jeremías 9, 20)

  • Reconocemos, Yavé, nuestra maldad, la deuda de nuestros padres y que hemos pecado contra ti. (Jeremías 14, 20)

  • ¡Oh Yavé, mi fuerza y mi fortaleza, mi refugio en el día de la desgracia! A ti vendrán a verte las naciones desde los últimos límites de la tierra, y dirán: Era sólo mentira lo que se transmitían nuestros padres, y vanidad y falta de poder. (Jeremías 16, 19)

  • ¡Aquí me tienes, tú que dominas el valle, como peñon en la llanura! dice Yavé. Tú decías: «¿Quién nos asaltará y penetrará en nuestros refugios?» (Jeremías 21, 13)

  • Nosotros hemos cumplido fielmente lo que nos ordenó nuestro padre Jonadab, hijo de Recab, y así ninguno de nosotros, ni nuestras mujeres ni nuestros hijos ni nuestras hijas, (Jeremías 35, 8)

  • pues nosotros continuaremos haciendo lo que hemos decidido: ofreceremos incienso a la reina del cielo y derramaremos vino en su honor como lo hacíamos nosotros, nuestros padres, nuestros reyes y príncipes en las ciudades de Judá y en los barrios de Jerusalén. Entonces teníamos harto pan, éramos felices y en todo nos iba bien. (Jeremías 44, 17)

  • Y las mujeres añadieron: «Cuando nosotras ofrecíamos incienso y derramábamos vino en honor de la reina del cielo, ¿acaso era sin permiso de nuestros maridos? (Jeremías 44, 19)

  • Yavé ha hecho brillar nuestros derechos. Vengan y contemos en Sión las obras de Yavé, nuestro Dios. (Jeremías 51, 10)

  • Examinemos nuestros caminos, estudiémoslos y convirtámonos a Yavé. (Lamentaciones 3, 40)


“Seja paciente e espere com confiança o tempo do Senhor”. São Padre Pio de Pietrelcina