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Entonces se le dijo: «Sal fuera y permanece en el monte esperando a Yavé, pues Yavé va a pasar.» Vino primero un huracán tan violento que hendía los cerros y quebraba las rocas delante de Yavé. Pero Yavé no estaba en el huracán. (1 Reyes 19, 11)
De allí Eliseo partió para el monte Carmelo, y regresó a Samaria. (2 Reyes 2, 25)
Llegó al monte Carmelo, donde el hombre de Dios. Eliseo la vio de lejos y dijo a su muchacho: «Ahí viene nuestra sunamita. (2 Reyes 4, 25)
Porque saldrá un resto del pueblo de Jerusalén, y supervivientes del monte Sión; el celo amoroso de Yavé de los Ejércitos lo hará. » (2 Reyes 19, 31)
El rey destruyó los santuarios que estaban en las lomas frente a Jerusalén, al sur del monte de los Olivos. Salomón, rey de Israel, los había construido para Astarté, ídolo de los sidonios, para Camos, ídolo de Moab, y para Milcom, ídolo de los amonitas. (2 Reyes 23, 13)
Los filisteos pelearon contra Israel; huyeron los hombres de Israel ante los filisteos, y cayeron heridos de muerte en el monte Gelboé. (1 Crónicas 10, 1)
Al otro día vinieron los filisteos para despojar a los muertos,y encontraron a Saúl y a sus hijos caídos en el monte Gelboé. (1 Crónicas 10, 8)
Salomón alistó setenta mil hombres para transportar cargas, ochenta mil canteros en el monte y tres mil seiscientos capataces para ellos. (2 Crónicas 2, 1)
Salomón comenzó, pues, a edificar la Casa de Yavé en Jerusalén, en el monte Moria, donde Dios se había manifestado a su padre David. Era el lugar preparado por David, la era de Ornán el jebuseo. (2 Crónicas 3, 1)
Abías, de pie en el monte Semaraím, que está en los cerros de Efraím, les gritó: «Escúchenme, Jeroboam y todo Israel. (2 Crónicas 13, 4)
En el momento en que comenzaron las aclamaciones y las alabanzas, Yavé preparó una trampa en que cayeron los hijos de Amón, los de Moab y los del monte Seír que habían venido para atacar a Judá. (2 Crónicas 20, 22)
Bajaste al monte Sinaí y con ellos hablaste desde el cielo; les diste leyes justas, normas que expresan la verdad, preceptos y mandamientos excelentes. (Nehemías 9, 13)