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Ahora bien, manda que se reúnan conmigo en el monte Carmelo todos los israelitas y los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal a quienes mantiene Jezabel.» (1 Reyes 18, 19)
Así lo hicieron y, cuando llegaron a la presencia del rey de Israel, le dijeron: «Tu siervo Ben-Hadad nos manda a decirte: Perdóname la vida.» El respondió: «¿Vive aún? Es mi hermano.» (1 Reyes 20, 32)
Su esposa Jezabel le contestó: «¡Y tú eres el que manda en Israel! Levántate, come y alégrate. Yo te daré la viña de Nabot de Jezrael.» (1 Reyes 21, 7)
Ocozías envió un jefe de cincuenta, que subió con sus cincuenta hombres para buscarlo. Elías estaba sentado en la cumbre del cerro. El jefe le dijo: «Hombre de Dios, el rey manda que bajes.» (2 Reyes 1, 9)
y Elías dijo a Eliseo: «Quédate aquí, te ruego, porque Yavé me manda a Betel.» Eliseo contestó: «Juro por Yavé y por tu vida que no te dejaré.» Y bajaron juntos a Betel. (2 Reyes 2, 2)
Elías dijo a Eliseo: «Quédate aquí, te ruego, porque Yavé me manda a Jericó.» Eliseo contestó: «Juro por Yavé y por tu vida que no te dejaré»; y siguieron de viaje a Jericó. (2 Reyes 2, 4)
Al leer la carta el rey, rasgó sus vestidos para manifestar su indignación: «Yo no soy Dios para dar muerte o vida. ¡Y el rey de Aram me manda a este hombre para que lo sane! Reconozcan y vean que busca pretextos de guerra.» (2 Reyes 5, 7)
Abre, Yavé, tus ojos y mira. Mira, Yavé, las palabras de Senaquerib con que manda a insultar al Dios vivo. (2 Reyes 19, 16)
Manda tú, pues, mi señor, a tus siervos el trigo y la cebada, el aceite y el vino que has ofrecido. (2 Crónicas 2, 14)
escucha tú desde los cielos y perdona el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel (pues les enseñarás el camino bueno por el que deben andar) y manda lluvia sobre tu tierra, la que diste a tu pueblo por herencia. (2 Crónicas 6, 27)
y dijo a su esposa: «Manda a una sirvienta para que vea si vive. Si ha muerto, lo enterraremos sin que nadie se entere.» (Tobías 8, 12)
Su esposa y sus amigos lo aconsejaron entonces: «Manda preparar una horca de unos veinticinco metros de alto y mañana temprano le pides al rey que haga colgar de ella a Mardoqueo. Así podrás ir sin problemas al banquete que te tienen ofrecido.» Le pareció buena la idea a Amán y mandó que levantaran una horca. (Ester 5, 14)