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Su vestíbulo daba al patio exterior, palmas adornaban sus pilares de un extremo al otro y se llegaba a él por ocho escalones. (Ezequiel 40, 34)
Su vestíbulo daba al patio exterior, palmas adornaban sus pilares de un extremo al otro y se llegaba a él por ocho peldaños. (Ezequiel 40, 37)
El vestíbulo tenía veinte codos de ancho y doce de profundidad; se llegaba a él por diez peldaños. Cerca de los pilares había dos columnas, una a cada lado. (Ezequiel 40, 49)
El hombre se alejó al oriente. Midió mil codos con la vara que sostenía en la mano, luego me dijo que atravesara el arroyuelo: el agua me llegaba apenas a los tobillos. (Ezequiel 47, 3)
Midió luego mil codos y me dijo que atravesara el arroyo; el agua me llegaba a las rodillas. Midió otra vez mil codos y me dijo que atravesara el estero: el agua me llegaba a la cintura. (Ezequiel 47, 4)
El árbol que viste, que se hizo grande y corpulento, cuya altura llegaba hasta el cielo y que era visible en toda la tierra, (Daniel 4, 17)
Una mujer cananea, que llegaba de ese territorio, empezó a gritar: «¡Señor, hijo de David, ten compasión de mí! Mi hija está atormentada por un demonio.» (Evangelio según San Mateo 15, 22)
Aumentaba la multitud por la gente que llegaba y Jesús empezó a decir: «La gente de este tiempo es gente mala. Piden una señal, pero no tendrán más señal que la señal de Jonás. (Evangelio según San Lucas 11, 29)
Ella era la luz verdadera, la luz que ilumina a todo hombre, y llegaba al mundo. (Evangelio según San Juan 1, 9)
Apenas Marta supo que Jesús llegaba, salió a su encuentro, mientras María permanecía en casa. (Evangelio según San Juan 11, 20)
«Estaba yo haciendo oración en la ciudad de Jope cuando en un éxtasis tuve una visión. Algo bajaba del cielo, algo que se parecía a una gran tienda de campaña, y llegaba hasta mí, posándose en el suelo sobre sus cuatro puntas. (Hecho de los Apóstoles 11, 5)
Llegaba el día en que Herodes iba a hacerlo comparecer; aquella misma noche Pedro estaba durmiendo entre dos soldados, atado con dos cadenas, y otros guardias custodiaban la puerta de la cárcel. (Hecho de los Apóstoles 12, 6)